"Éste es el momento de levantar todas las restricciones a las exportaciones, a la biotecnología, al pleno desarrollo de los biocombustibles, para consolidar acuerdos internacionales con las grandes economías y normalizar nuestras relaciones con países claves", afirmó Rodríguez.
El Gobierno depuesto de Evo Morales (2006-2019) había previsto para 2019 un crecimiento de 4,5% del Producto Bruto Interno (PBI), tras el 4,22% de 2018 y en línea con el liderazgo de Bolivia en la expansión económica sudamericana del último quinquenio.
Rodríguez, principal analista del IBCE, advirtió que la unidad de análisis de la Cámara de Industria y Comercio de Santa Cruz (este) ha calculado inclusive una caída del PIB en 2019 entre 2,0 y 2,3%.
"Esta es una situación preocupante, un crecimiento que terminará siendo la mitad de lo proyectado, pero a la vez es un desafío, porque el país tiene mucha potencialidad para transformar su economía y convertirse en un destino muy atractivo para grandes inversiones extranjeras", sostuvo.
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— Sputnik Mundo (@SputnikMundo) November 17, 2019
El gerente del IBCE, un organismo de asesoramiento del empresariado privado, explicó que los planes oficiales de crecimiento fueron golpeados primero por un largo proceso electoral, de prácticamente diez meses entre las primarias de enero y las generales de octubre.
"A la incertidumbre económica que provoca todo proceso electoral en cualquier país del mundo, se sumaron los desastres naturales y los acontecimientos políticos, como causas de una caída de la producción y los servicios, dentro de un modelo económico que privilegiaba el mercado interno sobre las exportaciones", señaló.
Pero en realidad los problemas de 2019 agravaron una desaceleración que se observaba desde 2014, especialmente en el comercio exterior, con "persistente saldo negativo" y un "alto déficit fiscal" en torno al 7%, afirmó Rodríguez.
Ese "muy poco esfuerzo", dijo, consistiría en una "promoción selectiva de exportaciones" acompañada por una "política de sustitución competitiva", que generarían un saldo positivo de la balanza comercial y un aumento de las reservas internacionales que garantice la estabilidad económica y monetaria.
Añadió que para ello es necesario que se logre un "gran pacto social" entre el empresariado y el Gobierno, y dentro del sector empresarial entre patrones y empleados.
"Debemos aprovechar nuestras potencialidades dejando atrás el déficit fiscal estructural provocado por las inversiones públicas con endeudamiento, para impulsar un crecimiento con proyección de largo plazo en base a la inversión privada, nacional y extranjera", sostuvo.
Ese cambio de orientación económica no debería afectar, sino consolidar conquistas sociales de la última década, en especial la reducción de los índices de pobreza, agregó Rodríguez.