En estos momentos, sobre la situación de Bolivia, la primera línea de cualquier reflexión, más allá de las posiciones y valoraciones del proceso político de Evo Morales, solamente puede ser esta: la denuncia de un Golpe de Estado, perpetrado en contra de un presidente electo democráticamente, que contaba con un mandato de voluntad popular que debía llegar hasta el 2020, y la denuncia en contra de la persecución y vejación de líderes, lideresas y militantes políticos e indígenas, y de sus familiares.
Evo y la revolución de la democracia plebeya
A Estados Unidos le tomó su primer siglo de historia definir su federalismo, todo el siglo XX en avanzar modestamente hacia la equidad de derechos civiles, y vive hoy sumido en una desigualdad socioeconómica que se expresa violentamente en sus calles. La revolución de la democracia plebeya de Evo, que constituyó un nuevo contrato social en la forma de Estado Plurinacional, logró en 14 años lo que EEUU no ha podido en doscientos.
La encarnación del poder indio
Y en su discurso de renuncia la noche del Golpe, esa suerte de encarnación del poder indio que él representa, se volvió a hacer presente. Le dijo Evo a Álvaro García: "No te preocupes Álvaro, que vamos a volver. Ahora hay que salvar vidas", y García le respondió: "Como dijera Túpac Katari: 'volveré, volveré y seré millones'".