Para realizar esta labor, Octavio Romero, el director general de PEMEX, indicó que la producción de petróleo continuará aumentando en la presentación del plan de negocios. Además, una verdadera transformación debe involucrar la erradicación de la corrupción, la concreción de nuevos términos en los contratos con las empresas extranjeras y la reducción del elevado endeudamiento.
Por lo tanto, la importación de petróleo proveniente de Estados Unidos desapareció en un corto tiempo. La compra de petróleo puso en riesgo la seguridad nacional pues el abastecimiento de crudo a las gasolineras habría dependido de la provisión por parte de las compañías petroleras de Estados Unidos. Además, el costo del crudo habría estado determinado por los precios establecidos por las empresas trasnacionales donde el Gobierno mexicano habría perdido su margen de maniobra para estabilizar las alzas del precio del crudo que impactan fuertemente sobre el poder adquisitivo de las familias.
Entre los objetivos de incrementar la producción petrolera está apuntalar la soberanía energética en cuanto a la producción de gasolina, pues la gasolina proviene principalmente de Estados Unidos. Para el final del sexenio, PEMEX producirá un 70% de la gasolina consumida a nivel nacional; que implicará ahorrar una parte del gasto de 18.966 millones de dólares para la compra de gasolina cada año. Esta pérdida de divisas ha impedido ocupar esa cantidad de dólares para programas de inversión que apoyen la industrialización. En lugar de comprar gasolina, la compañía ahora generará ingresos para convertirse en una palanca de desarrollo.
Por otra parte, el incremento de la producción de petróleo requiere que las empresas trasnacionales exploten los yacimientos otorgados por el Gobierno precedente. Después de la aprobación de la reforma energética en 2013, las compañías recibieron 107 contratos para la extracción de petróleo; con lo cual, la inversión llegaría a raudales para explotar los yacimientos. Asimismo, estos contratos otorgaban la mayor parte de la renta petrolera a las empresas extranjeras; incluían la explotación de yacimientos por medio de la técnica de fracking; y permitían demandar al Gobierno en tribunales internacionales en caso de incumplir los compromisos
Cabe destacar que los pozos que están siendo explotados tienen reservas petroleras disponibles para los próximos ocho años. Esta administración acertó en incrementar los recursos de PEMEX para la exploración de campos que aumentarán la cantidad de reservas disponibles para satisfacer el consumo nacional y la exportación de crudo en el futuro. Al cabo de esos ocho años, la empresa podrá quitarse el yugo de las compañías extranjeras porque tendrá la posibilidad de explotar los yacimientos bajo nuevos contratos con la iniciativa privada, que maximicen la renta petrolera para el presupuesto federal.
El incremento de la producción petrolera resulta crucial para que la empresa pueda hacer frente a los pagos de deuda. Para dar algunas cifras de esta pesada carga financiera, PEMEX pagará alrededor de 100.000 millones de pesos de forma anual durante cinco años; en el cual la mayor parte del excedente del ingreso se destinará para el pago de la deuda. A partir de 2025, los pagos de deuda comenzarán a disminuir gradualmente por lo que la empresa tendrá más recursos para aumentar la inversión con sus propios recursos. Como el Gobierno reducirá únicamente la carga fiscal por dos años, el incremento de la producción petrolera apuntalará los ingresos de la compañía para que pueda cumplir con sus obligaciones financieras.
En cuanto a otros sectores, el Gobierno planea apoyar la petroquímica considerando que produce una variedad de compuestos químicos para la producción de ropa, plástico, fertilizantes, llantas, entre otros productos. Por elaborar productos con mayor valor agregado, la recuperación de esta industria generaría una gran cantidad de empleos bien remunerados ya que se articularía con empresas de sectores importantes como el automotriz, el textil y los electrónicos. Para rehabilitar la petroquímica, la inversión tendría que impulsarse de forma significativa con el objetivo de levantar las plantas abandonadas que ya dejaron de producir para el consumo nacional.
En conclusión, el Gobierno de la cuarta transformación está tratando de recuperar la soberanía energética en un contexto adverso con un mal funcionamiento de la empresa, una deuda colosal y una montaña de contratos impregnados de corrupción. Al término del sexenio, los cambios del funcionamiento de PEMEX deben poner los cimientos para que el sector energético se convierta en una palanca para la industrialización.
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