Según dicen, esta red supranacional, construida de espaldas a los pueblos —y fuera de su control y necesidades— ha significado una pérdida de soberanía para los Estados que forman parte.
Isabel Velázquez y Luis Fernando Pérez son dos de los cuatro geógrafos que trabajaron en la elaboración del mapeo en los seis países de Centroamérica que forman parte del Siepac: Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica y Panamá.
"El objetivo de esta publicación es contribuir en la construcción de información y argumentos contra el discurso oficial con el que el modelo actual de generación eléctrica se ha impuesto en la región", escriben en la presentación del trabajo 'Expansión de proyectos eléctricos en Centroamérica'.
"En Centroamérica cada país tiene su propia dinámica y ahora están enfrentados a una dinámica supranacional", señaló.
Un mercado regional
La investigadora Isabel Velázquez relató a Sputnik que la construcción de este mercado por fuera del control de los Estados comenzó en la década de 1990, con la ola privatizadora de las empresas públicas de energía, que fue promovida desde afuera y financiada por las principales instituciones de crédito.
Sin embargo, a partir del año 2011, "se ve cómo avanzan y se incrementa su presencia directamente relacionada con el financiamiento para la construcción de proyectos dentro del mecanismo de desarrollo limpio, en el nuevo mercado de bonos de carbono", resaltó.
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A su vez, bajo la privatización, se abrió una forma particular de "autogeneración": las empresas pueden tener una planta de generación de energía "de ciertas dimensiones, no para vender sino para autoabastecerse".
La apertura comercial a la inversión privada —proceso que se intensificó en la década de 1990 en toda la región— ingresó en el negocio a las trasnacionales, a las que pronto les quedó chico el mercado. La instalación de la red supranacional (Siepac) abrió el mercado regional y cambió las reglas del juego.
"Cuando abren ese mercado a la red, te puedes instalar en Costa Rica pero competir con alguien en Guatemala. Tu posibilidad de mercado se amplía e inviertes en plantas muy grandes que puedan tener capacidades y precios distintos a una hidroeléctrica", dijo Pérez.
Esta última forma de generación de energía —limpia y renovable— es la que hasta ahora ha caracterizado a la región.
Los datos
Para construir el mapa, los Geocomunes utilizaron fuentes oficiales, revisando los permisos que otorgan los entes reguladores de cada Gobierno para la construcción de los proyectos.
"La información oficial demuestra lo poco cierto y cambiante que es el sector, porque los permisos oficiales cambian o se venden a otros", explicó Velázquez a Sputnik.
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En los últimos seis años, las tecnologías que más han aumentado en cuanto a la capacidad de potencia instalada son la energía de generación hidroeléctrica y la fósil. Las de generación eólica, por biomasa, solar y geotermia —indican en la investigación— están concentradas en la zona del Istmo centroamericano.
"En términos de capacidad, no es muchísimo, pero la que se están construyendo es una cuarta parte de la capacidad existente, es más de lo que se necesita y suena a un proceso de especulación", señaló Pérez.
Jugadores mayores
La importancia de este proyecto es manifiesta: la construcción del Siepac, una red de Panamá a Guatemala, es un avance hacia la interconexión de todo el continente americano.
"La red regional se proyectó desde el inicio como un híbrido promovido por empresas españolas y la corporación española, al que le entraron los Gobiernos que firmaron un tratado marco", explicó Pérez en diálogo con Sputnik.
Entre las empresas con mayor capacidad instalada que forma parte del Siepac están AES Corporation y I Squaredcapital de EEUU, este último "un fondo de inversión que compró muchísimas" instalaciones. Pero también la Corporación Grupo Terra y Luffusa de Honduras; la colombiana Grupo Argos; y la guatemalteca Corporación Multi-inversiones. Las empresas locales fungen en su mayoría como las propietarias de la línea de interconexión a la red.
Qué implica
Para Velázquez, "es abrumador ver la falta de control, tanto de las comunidades como de los mismos Estados, que han cedido en este proceso de privatización su soberanía energética". La investigadora apuntó que, hacia comienzos del milenio, la privatización se promocionó como una de las vías para bajar el consumo de recursos fósiles para generar energía eléctrica, pero la termoeléctrica sigue siendo de las principales fuentes en la proyección.
"No hay autoridad que controle quién produce energía, ni para qué ni cómo, mientras las comunidades tienen problemas de acceso a la electricidad en zonas rurales, en mayor medida que en otras zonas del continente", señaló la investigadora.
"Las empresas hacen ellas mismas la estimación del crecimiento de sus necesidades, pero eso no asegura que sea de utilidad pública", dijo la coautora del informe. "Se siguen promoviendo como de utilidad pública pero no hay control, ni regulación de que efectivamente así sea".
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Para Luis Fernando Pérez, no se trata sólo de la falta de electricidad en los pueblos en un contexto de crecimiento de la generación en sus países, "que no tienen nada que ver con las necesidades locales ni sus economías", sino que se está frente a la apertura de un "mercado regional donde se ensaya la conexión con un mercado a nivel continental".
"Un mercado cada vez más amplio que corresponde a lo impulsado desde Norteamérica, es el famoso ALCA de hace algunos años [Área de Libre Comercio de las Américas] en buena parte del hemisferio occidental], la iniciativa de tratados de libre comercio que buscaba articular un mercado regional de América Latina con Estados Unidos y se paró entonces, pero ahí [con el Siepac] se está construyendo", concluyó Pérez.