Según el servicio de prensa de la empresa, a mediados de abril se instaló más de 1.000 kilómetros de dos gasoductos y en este momento la construcción continúa en Rusia, Finlandia, Suecia y Alemania.
La compañía destacó que demorar el proyecto no beneficia a nadie, puesto que la ausencia de acceso a los recursos de gas natural de bajo costo aumentará el precio del combustible azul en toda Europa.
Mientras tanto, el ahorro de miles de millones no es el único beneficio para los europeos, según Vladislav Guinkó, economista y profesor de la Academia Presidencial rusa de Economía Nacional y Administración Pública, consultado por Sputnik.
"Cualquier proyecto a gran escala de este tipo tiene un efecto económico multiplicador, es decir, tiene un impacto positivo en el trabajo de las industrias relacionadas, en el empleo, en el desarrollo de otros sectores de la economía en Europa", explicó.
"Se trata de una competencia injusta en el mercado del gas natural, donde ahora los estadounidenses utilizan métodos políticos en lugar de económicos. Nuestros competidores estadounidenses, que desean presionar a Rusia en el mercado europeo del gas natural, ahora están influyendo en los líderes políticos de algunos países europeos, prometiendo que en el futuro, EEUU les compensará los ahorros que perderán si abandonan el gas ruso y cambian al gas natural licuado estadounidense, que es más caro".
Según el analista, se trata de un engaño porque, en realidad, EEUU no piensa compensar nada y los gastos correrían a cargo de los consumidores europeos.
"Aquí hay un doble engaño: los estadounidenses están engañando a los políticos europeos y ayudan a engañar a los consumidores comunes", concluyó Guinkó.