Caracazo: ¿un engendro del FMI?
27 y 28 de agosto. Año 1989. Caracas, Venezuela. Una serie de medidas económicas tomadas por el entonces presidente del país, Carlos Andrés Pérez, desata la desesperación de un pueblo, que se convierte indignación y dolor, y deriva en la ofuscación, la movilización, y la ira, que choca con las fuerzas del orden dejando como resultado unos 2.000 muertos según la versión oficial, unos números que merodean los 4.000, incluidos desaparecidos, según cifras extraoficiales.
El analista internacional José Negrón Valera contextualiza el Caracazo.
"Recordemos que el 16 de febrero [de 1989], unos días antes, Carlos Andrés Pérez anunció un paquete de medidas de estabilización macroeconómica que fueron puestas como condiciones para recibir 4.500 millones, un crédito del Fondo Monetario Internacional. Entre esas medidas estaba el aumento de la gasolina, la congelación de los salarios, y el aumento de los precios de bienes de primera necesidad".
En este contexto, el experto incide que "durante los días previos al 27 de febrero comenzó a haber un proceso brutal de acaparamiento y especulación con los bienes de primera necesidad que prácticamente llevó a la gente a salir a las calles a saquear los comercios, tanto de Caracas como del interior del país".
Negrón Valera subraya también que la dura represión que vivieron los movimientos de izquierda –dirigido especialmente por Washington– y lo que llamaron 'La escuela de las Américas', operativizado en ese país sudamericano por los partidos políticos que dominaron la escena venezolana, específicamente Acción Democrática y Copei, permitió que se impusiese un modelo neoliberal en Venezuela que afectaba a las capas más pobres y vulnerables de la sociedad.
"Tal como en su momento lo dijo el presidente Hugo Chávez, que la rebelión militar del 4 de febrero de 1992 fue también consecuencia de lo que se vivió el 27 de febrero de 1989, es decir, la respuesta del pueblo, de los pobres del país a la entrega por parte de las élites políticas al Fondo Monetario Internacional", explica José Negrón Valera.
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La declaración final de 19 puntos, que fue leída por el canciller de Colombia, Carlos Holmes Trujillo, en el punto 16 manifiesta: "Reiteran su convicción de que la transición a la democracia debe ser conducida por los propios venezolanos pacíficamente y en el marco de la Constitución y el derecho internacional, apoyada por medios políticos y diplomáticos, sin uso de la fuerza".
Una declaración que concretamente en este aspecto contó con el apoyo del presidente de Bolivia, Evo Morales.
Saludamos a los países del Grupo de Lima que se pronunciaron en contra de una intervención armada contra #Venezuela. Somos una región de paz en la que el respeto por la vida es fundamental para nuestros pueblos. Lo hemos dicho y lo mantenemos: el diálogo es el único camino.
— Evo Morales Ayma (@evoespueblo) 26 февраля 2019 г.
"Entre el Grupo de Lima y el autoproclamado Guaidó, nosotros [los venezolanos] nos preguntamos quién es más descarado de los dos, políticamente. […] Porque este muchacho venezolano se autoproclama de una manera vacía, sin sentido. Pero en el Grupo de Lima hay mandatarios, hay vicepresidentes, hay ministros, hay cancilleres, que dirigen y mantienen sus Gobiernos que fueron elegidos en elecciones, muchos de ellos fraudulentas", reflexiona el analista internacional Juan Antonio Jaimes.