Basilisa la sabia, el tradicional cuento infantil ruso, caló hondo en la vida de Mercedes Lafourcade, maestra y psicopedagoga fundadora y directora de la editorial que tiene el nombre de la popular protagonista rusa. Su abuela, inmigrante rusa, le regaló el libro cuando ella era una niña. Lo leyó "1.000 veces" porque le "encantaba" la historia. Con Basilisa Lafourcade despertó su avidez por la lectura y se convirtió en una "buena narradora", lo que décadas después le permitió inventar y desarrollar un proyecto único en el planeta.
Según información publicada por el semanario uruguayo Brecha, citado por Lafourcade en un artículo que escribió para la página web de Basilisa, se estima que las familias pobres utilizan, en promedio, 180 palabras para comunicarse, mientras que las de sectores "más cultos" usan entre 2.000 y 3.000.
"Eso hace que su pensamiento se desarrolle menos, porque el pensamiento es lenguaje. Entonces, si un pensamiento tiene pocas palabras disponibles, [disminuyen] las posibilidades de establecer pensamientos más complejos. ¿Qué va a pasar? No sólo no va a poder aprender lo mismo que el resto […] sino que también la violencia va a suplir esa falta de pensamiento o lenguaje", aseguró.
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"El conocimiento es cada vez más privilegio de una élite que está pudiendo desarrollarse a través del lenguaje, literatura, de un determinado aporte cultural que le da su entorno", resumió Lafourcade.
A pesar de que los resultados estaban a la vista, hasta mayo de 2017, cuando Basilisa publicó su primer cuento (Milo y Manú) no existìan libros ideados especialmente para ellos. Los cuentos creados por Basilisa tienen características que buscan "revertir la gran desmotivación hacia la lectura que existe en ese sector de la población".

"La dislexia no se va leyendo el libro —aclaró Lafourcade-, los cuentos de Basilisa sirven como tratamiento paliativo para un niño de entre 8 y 12 años que está desmotivado, con un gran atraso en la lectura, y muchas veces con gran atraso académico. Lo que hacemos y queremos resaltar es que los niños con dislexia en realidad pueden leer libros, empezando con una lectura fácil para después ir mejorando e ir leyendo cada vez más libros", explicó.
A su vez, Lafourcade contó que la dislexia se diagnostica alrededor de los 8 años porque "se dice que antes no se podría saber porque el niño todavía no estuvo lo suficientemente expuesto a la enseñanza de la lectura". La especialista considera que esa idea representa "el paradigma de esperar el fracaso" del niño o la niña.
"El niño no solamente pierde una intervención a tiempo, que podría revertir gran parte de sus dificultades, sino que [empieza a desarrollar] problemas asociados, por ejemplo problemas emocionales, porque empiezan a ver que ellos son inteligentes pero no pueden seguir el ritmo de la clase, empiezan a ser rechazados por sus compañeros, justamente por perderse el ritmo de la clase", explicó.
"La mayoría son niños que han tenido algún episodio de acoso escolar, rechazo escolar, o desvalorización por parte de los mismos adultos, que no logran comprender qué les pasa", agregó.
"Para poder comprender los textos se necesitan tener suficientes conocimientos del mundo. Si tu lees un texto y la mayoría de las palabras no las conoces o las cosas que te están nombrando no sabés qué son porque no tenés acceso a ellas o porque nunca nadie te contó qué eran, no vas a poder entender de qué trata el texto", aseguró Lafourcade. Por ello, los seis libros están ambientados en diferentes continentes, e ilustrados con imágenes realistas y representativas de los países.
Según se describe en la web de Basilisa, el libro Milo y Manú cuenta la historia de Milo, "un pequeño cocodrilo de la selva de Papúa que debe abandonar la seguridad de su río para ir en busca de la luna. A su vez, Manú es un niño de la Patagonia que acompaña a su madre a la selva de Papúa y vive experiencias que lo harán crecer.
"La imagen tiene un gran peso, entonces el niño no es que se le va diciendo ‘las aves de Papúa son así', se las muestra. Las máscaras que aparecen ilustradas en el libro son exactamente las mismas que usan en la selva", ejemplificó Lafourcade.

La historia de Oba y Ema en el Ártico transcurre en las islas árticas norteamericanas. "La palabra ártico deriva de la constelación de la Osa Mayor, que se ve siempre en el Polo Norte, acá [en la primera página del libro] ilustramos la Osa Mayor, pero en ningún lado [del texto] se dice que está la Osa Mayor ahí, son elementos implícitos que se van agregando" para que el niño lector genere conocimiento, contó.
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A pesar de que la lectura pueda resultar más difícil para los niños con dislexia, los textos están escritos en imprenta minúsculas y no mayúsculas porque la idea es que "los niños se desarrollen".

"Si le pones imprenta mayúscula capaz que lo leen con más facilidad, pero después se van a tener que enfrentar a otra cosa, porque todos los textos en los libros y documentos están en minúscula. Nosotros apuntamos a la autonomía, sino para eso le ponemos un audiocuento", señaló.
Los libros de Basilisa también tienen especial cuidado en la estructura sintáctica de sus textos, la estructura silábica de las palabras y el o los planos temporales en los que transcurre la historia, que se divide en dos partes, la primera más simple en estructura sintáctica, con oraciones más cortas y menos texto por página, y la segunda más compleja y al revés.
A su vez, las palabras tienen una estructura silábica simple, las sílabas empiezan con consonante, siguen con vocal, y así sucesivamente. Las oraciones son extremadamente simples. "No vas a encontrar comas, casi no hay oraciones subordinadas. Sintácticamente se hace una simplificación del texto", dijo la psicopedagoga.
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Los signos de interrogación y puntos suspensivos, por ejemplo, se van incluyendo paulatinamente, a partir de la segunda parte del texto.

"A los niños les gusta porque empiezan a leen con facilidad, y cuando llegan a la segunda parte dicen ‘oh, es más largo", pero venían con tanta motivación que se animan a leerlo", contó. "Tengo niños que me dicen ‘me lo sé de memoria porque es la primera vez que lo puedo leer solo', me mandan cartas, dibujos, los padres me escriben", agregó.
La editorial Basilisa espera desarrollar sus proyectos en Argentina, México y España.