Vengo en son de paz. No traigo artillería. Pero les ruego con lágrimas en los ojos: si me molestan, los mato a todos.
(James Mattis en una reunión con iraquíes).
Después de lograr erradicar los Gobiernos progresistas en Argentina, Brasil y Ecuador y lanzar una guerra híbrida contra Venezuela y Nicaragua, los norteamericanos también tienen a Bolivia en su lista de países 'extraviados' del control que deben ser 'disciplinados'.
Como explicó el ya exsecretario de Estado, Rex Tillerson —fue reemplazado en este cargo en marzo 2018 por Mike Pompeo—, el propósito principal de estas giras era "promocionar un hemisferio seguro, próspero, democrático y con seguridad energética".
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Por supuesto, no se toleraba en este "hemisferio seguro" la presencia del chavismo venezolano, sandinismo nicaragüense y del socialismo cubano. Precisamente con el propósito de reforzar la presión económica, financiera, militar, mediática y psicológica contra los países 'extraviados', tanto Tillerson, como Pence y Mattis eligieron para su visita a los países cuyos Gobiernos eran 'aliados estratégicos' de EEUU o estaban a punto de serlo, como Ecuador, todos ansiosos de servir a Norteamérica a cambio de sus propinas y promesas de inversión.
El escritor y periodista Andrew Korybko enfatizó en su libro, '21st Century Geopolitics of Latin America' que, después de una cadena de 'golpes de Estado constitucionales' y las 'guerras híbridas', EEUU logró poner fin al 'cambio de la época' anunciado por Rafael Correa en 2015 en el mismo Ecuador con la llegada al poder de Lenín Moreno, cuyo gobierno ya está abriendo su país a la presencia de militares norteamericanos.
El vicepresidente estadounidense, Mike Pence, convenció a los gobernantes ecuatorianos durante su visita a Quito de la necesidad de retornar al país la Oficina de Cooperación en Seguridad de EEUU y el inicio de participación de la Fuerza Aérea de Ecuador en un programa de EEUU para recolección de la información de inteligencia.
Prueba de lealtad: ¿será América Latina la próxima víctima del neocolonialismo de EEUU? https://t.co/K45d8Eyv84
— Sputnik Mundo (@SputnikMundo) July 13, 2018
En realidad, se están creando condiciones para futura reapertura de la presencia militar estadounidense en la Base Aérea Manta, clausurada en la época de Rafael Correa.
La información que necesitan recolectar los norteamericanos es, primero, sobre el vecino de Ecuador, Venezuela, y lo segundo, sobre la penetración china en Ecuador después de la declaración del presidente, Xi Jingping, el 18 de noviembre de 2016, de la formación de 'asociación estratégica de cooperación exitosa'. La tarea de Washington en Ecuador se orienta a lo que sus estrategas llaman "cerrar la puerta de entrada a la influencia china" en la región que está ubicada en Quito.
Lo que le interesa a EEUU es la base aeroespacial brasileña de Alcántara, de gran valor estratégico, precisamente cuando Donald Trump declaró el inicio de su propio programa de 'Guerra de Galaxias' contra Rusia y China creando Fuerzas Espaciales.
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Los titanes del complejo industrial militar norteamericano Boeing y Lockheed Martin son los primeros interesados en entrar en la base de Alcántara, del estado de Maranhao, para apoderarse del lanzamiento de satélites. A la vez, para el Pentágono esta base es ideal para las operaciones militares en Latinoamérica y, en especial, en su lucha contra el actual Gobierno de Venezuela, debido a la cercanía del departamento de Maranhao al país bolivariano.
No es solo Alcántara lo que atrae a los estadounidenses. No hay que olvidar también el interés en los abundantes recursos naturales, biodiversidad y agua dulce en la Amazonía brasileña.
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Debido a la entrada de China y Rusia a Latinoamérica, esta región se convirtió en una arena de los juegos geopolíticos. Para ganarla, los estrategas norteamericanos se apoyan en los militares como lo han hecho tradicionalmente durante toda la existencia de Estados Unidos. La reinterpretación de la Doctrina Monroe para el siglo XXI se basa también en la militarización del continente como un camino más óptimo para la captura de recursos naturales. Las tres bases de EEUU en Argentina que autorizó Mauricio Macri están ubicadas en regiones abundantes en recursos naturales.
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Lo que olvidó Argentina al abrir su país a los militares estadounidenses ha sido que estos "amigos y socios leales" traicionaron a los argentinos en la guerra de las Malvinas en 1982 al apoyar a los británicos.
Venezuela, que según James Mattis está sobreviviendo en este "mar de incertidumbre" no se sabe cómo, representa actualmente no solamente peligro para la seguridad nacional de EEUU, sino que su presidente, Maduro, "está amenazando a los países vecinos y en especial a Colombia".
Con esta declaración, el secretario de Defensa quiso justificar la existencia de siete bases militares de EEUU en Colombia, donde según los documentos del Consejo Nacional de Memoria Histórica, la guerra interna que duró 60 años (1958-2018) ocasionó 267.197 muertos, 80.514 desaparecidos y casi medio millón de heridos.
La democracia, en cuyo nombre EEUU está tratando de dar un golpe de Estado contra Nicolás Maduro, no tiene nada que ver con esta lucha despiadada. Lo que anhela EEUU es apoderarse de 600.000 millones de barriles de petróleo venezolano y los yacimientos de materiales estratégicos.
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No pueden hacerlo militarmente debido al alto nivel de preparación del Ejército Bolivariano y la significativa presencia de capital chino y ruso en el país relacionado con sus hidrocarburos. Ambos países están ayudando a Venezuela a salir de la severa crisis económica y financiera inducida por Estados Unidos y su socio incondicional, la oposición venezolana.
Hay que tener en cuenta también que muchos de estos refugiados que se trasladaron en masa a Colombia, Perú, Brasil y Ecuador, siguiendo el plan de EEUU, han sido guarimberos patrocinados por Washington, quienes en algún momento difícil para los países que los están acogiendo podrían ser utilizados para desestabilizar a sus anfitriones.
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Analizando todos estos factores presentados en el artículo, podremos llegar a la conclusión de que la Doctrina de Monroe ha sido resucitada para intentar proteger el 'patio trasero' de EEUU en América Latina, lo que no garantiza su éxito, pues las condiciones internas y externas en que se encuentra Norteamérica en el siglo XXI no son tan favorables para mantener su hegemonía como fueron en el siglo XIX. El retroceso del progresismo en el continente no significa su derrota final pues la historia sigue sus ciclos e impone cambios.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK