El caos es lo único que reina en el Reino Unido. Todo comenzó el pasado viernes cuando la primera ministra, Theresa May, decidió llevar a su Gabinete al huerto: Chequers, su residencia campestre. Y no precisamente para un retiro espiritual, sino para imponer un Brexit blando, suave, o semi-Brexit como ha dado en llamarle su ya ex jefe de la diplomacia, Boris Johnson.
Dicho de otra forma, una suerte de área de libre comercio que obligaría a Londres a subordinarse a las reglas del juego impuestas por la UE, y que May presentaría este jueves en Bruselas. Esto fue demasiado para los partidarios del Brexit duro, un claro ataque a su línea de flotación.
Así, David Davis, quien hace dos años fue colocado como punta de lanza de la cartera creada tras el referéndum sobre la salida del bloque, es partidario de un Brexit duro junto con algunos otros ministros, como Boris Johnson, quien durante su estancia en Chequers habría sentenciado en privado que los intentos de vender el plan Brexit de Theresa May era como "pulir un tugurio".
El presidente de la Consultora Ekai Center, Adrián Zelaia, estima que "lo que está pasando no es del todo sorprendente", y apunta a la existencia de dos factores que están incidiendo de forma muy negativa en el proceso de negociación del Brexit.
"El primero es la postura realmente dura adoptada por la propia UE, y que ya fue anunciada inmediatamente después del referéndum por parte de Francia y Alemania, con el objetivo fundamental de crear un precedente, es decir, evitar que después de la salida del Reino Unido, otros países de la UE pudiesen tomar el mismo camino si es que la negociación es excesivamente fácil desde su punto de vista".
"Y el segundo argumento es que las posiciones de las clases dirigentes del Reino Unido no están en absoluto claras, incluso tampoco las de las propias personas que han estado negociando el Brexit y teóricamente intentando llevarlo adelante", explica el analista.
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En un abrir y cerrar de ojos, Theresa May se convirtió en el saco de boxeo de propios y extraños dentro de su país, y muy probablemente en el hazme reír de Bruselas.
Uno de los primeros en afearla fue el líder del Partido Laborista, Jeremy Corbyn, a través de su cuenta de Twitter: "La renuncia de David Davis en un momento tan crucial muestra que a Theresa May no le queda autoridad y que es incapaz de llevar a cabo el Brexit", tuiteó.
David Davis resigning at such a crucial time shows @Theresa_May has no authority left and is incapable of delivering Brexit.
— Jeremy Corbyn (@jeremycorbyn) 8 июля 2018 г.
With her Government in chaos, if she clings on, it's clear she's more interested in hanging on for her own sake than serving the people of our country.
Mientras, la ministra principal de Escocia, la nacionalista Nicola Sturgeon, se ha servido de la misma plataforma para expresarse: "La unidad de Chequers no ha durado mucho, este Gobierno del Reino Unido está en un caos total y perdiendo autoridad cada día, ¡qué desastre!".
Zelaia subraya que en el Partido Laborista ha habido contradicciones muy importantes, pero especialmente en el Partido Conservador.
"Sabemos que una buena parte del partido que tradicionalmente venía siendo favorable a la integración del Reino Unido en la UE, de pronto poco antes del referéndum, sumándose a la marea que aparentemente apuntaba en la dirección del Brexit, se declaró favorable al Brexit aunque todo el mundo pensaba que era un simple movimiento oportunista", indica.
El analista profundiza que esto significa "que en realidad una buena parte del Partido Conservador que externamente – y para no llevar la contraria a la opinión pública –, se manifiesta favorable al Brexit, en realidad no lo está. Y esto ha sido un contexto claramente negativo y peligroso para la propia negociación del Brexit, porque la estrategia que ha seguido este sector de las élites británicas ha sido buscar adrede una mala negociación que creara un contexto muy difícil que justificara un segundo referéndum, una justificación, y una modificación de la opinión pública", sentencia Adrián Zelaia.
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