En las promesas almíbar y en el cumplimiento acíbar
(Tirso de Molina, 1579-1648)
Acuden a la ciudad suiza para lucirse y participar en cientos de charlas, talleres, discusiones, lujosos almuerzos y cenas para buscar soluciones a viejos y nuevos problemas que están afectando al mundo, pero sin encontrar nunca las respuestas concretas a los retos.
Hace apenas unos días, la misma historia se repitió en Davos. Bajo el lema de 'Creando un Futuro Compartido en un Mundo Fracturado', se reunieron unos 3.000 representantes de las elites mundiales. Cada uno pagó 245.000 dólares por tener oportunidad de encontrarse e intercambiar sus puntos de vista sobre los retos globales que prácticamente han sido los mismos durante los 47 años de la existencia del Foro Económico Mundial anual.
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A esto habría que añadir entre 3.000 y 5.000 dólares diarios por el hotel. La exclusiva cumbre de Davos fue fundada en 1971 por Klaus M. Schwab, profesor de política comercial (business) en Suiza. Su idea fue que el Foro generase "una serie de informes de investigación" e involucrase a sus miembros "en iniciativas específicas de cada sector".
A pesar de que todos sus foros carecen de ánimo de lucro, solamente el de Davos recaudó durante 47 años de su existencia unos 34.000 millones de dólares si tomamos en cuenta que, en promedio, los 3.000 participantes de este año pagaron un total de 735 millones de dólares por el derecho de estar presentes en la reunión.
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Resulta que ninguna de estas cumbres ha aportado algo sustancial a los problemas que ha traído la globalización usando el modelo neoliberal, que favoreció a los más ricos en detrimento permanente de la clase media, los empleados y la clase trabajadora en general.
A pesar de estas cada vez más crecientes desigualdades, la economía global vive un momento 'dulce', según la presidenta del FMI y del director del Banco Central de Japón, Haruhiko Kuroda, y su homólogo británico, Mark Carney. En la estimación de todos ellos, la economía mundial crecerá el presente año en un 3,9%.
Esto significa que no hay que reformar el actual modelo capitalista, sino hacer ciertas modificaciones. Así quedó en nada la conclusión del informe de Davos 2017, que decía que son posibles y "necesarias reformas fundamentales del capitalismo de mercado para hacer frente, en particular, a una aparente falta de solidaridad entre aquellos que ocupan la parte superior de la renta en la distribución de riqueza y aquellos más abajo".
En Davos 2018 ya no levantaron el tema de la redistribución de la riqueza, pues en la estimación de Christine Lagarde, más de 120 países vivirán un fuerte crecimiento en 2018. Esto quiere decir que el sistema globalizado neoliberal está funcionando adecuadamente.
Los globalizadores tienen a su disposición más de 5.000 'think tanks' para producir las cifras de acuerdo a las circunstancias específicas. El año pasado era conveniente en Davos hablar de solidaridad de los que tienen con los que no tienen para crear una imagen 'humana' del Foro suizo, sabiendo de antemano que el capitalismo no acepta ni una pizca de solidaridad que es contradictoria a su 'modus vivendi', basado exclusivamente en la competencia despiadada.
Decía el político y líder de la Liga Espartaquista de Alemania, Karl Liebknecht, que "la ley básica del capitalismo es Tú o Yo y no Tú y Yo". En el neoliberalismo, hasta esta 'ley' se modificó. 'Tú' se quedó inmóvil pero el 'Yo' se convirtió en una corporación para la cual la solidaridad ni siquiera está en su vocabulario.
El neoliberalismo simplemente no acepta ninguna otra alternativa en su empeño de destruir todo lo que impide la expansión del capital, siendo el Foro de Davos uno de sus mecanismos para construir una realidad ficticia para reforzar al neoliberalismo y elevarlo al máximo de un modelo económico eficiente y el único razonable para el desarrollo de la humanidad. A ninguno de los participantes se le ha ocurrido cuestionar el actual sistema económico mundial y presentar algún modelo alternativo. Prefieren 'no ver y palpar' la realidad actual que no es favorable al actual sistema económico mundial.
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Las elites globales decidieron ignorar la deuda global, que ya está superando los 233 billones de dólares, según The International Forecaster, y trillones de dólares en derivados y contrapartes (Swaps). La deuda real de EEUU está alrededor de 65 billones de dólares.
Mientras tanto, el déficit comercial del país con China es de 344.000 millones de dólares, 65.000 millones con México, 63.000 millones con Japón, 56.000 millones con la Unión Europea.
Todo esto contrasta con el discurso optimista de Donald Trump en Davos, donde habló sobre el crecimiento económico de su país, la disminución de la pobreza, y de la desocupación laboral, beneficios de la reforma fiscal y regulatoria y la escalada de las bolsas de valores. Habló cinicamente del "comercio justo y recíproco", sabiendo que su país es el principal depredador de mercados "abiertos y libres", usando el proteccionismo a su antojo.
Cuatro factores que ponen en peligro la hegemonía del dólar https://t.co/VAiTax1IsE
— Sputnik Mundo (@SputnikMundo) 16 января 2018 г.
Sin embargo, durante su discurso de 25 minutos, trató de hacer las paces con las elites mundiales mostrándose interesado en el desarrollo donde "EEUU será primero, lo que no significa EEUU en solitario. Cuando crece nuestro país también crece el mundo".
Inclusive 750.000 millones de dólares designados para la renovación de la infraestructura de EEUU no serán destinados a los proyectos concretos, sino a las corporaciones como subsidios a los impuestos.
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Lo que no menciona Trump es que su 'exitosa política económica' se refleja también en el hecho de que la mayoría de los estados norteamericanos tiene una grave crisis de presupuesto. El estado más grande y menos poblado de EEUU, Alaska, necesita una urgente ayuda federal, pues se agotó el dinero —190 millones de dólares— para el programa de cupones de alimentos (Suplemental Nutrition Assistance Program) debido a un vertiginoso incremento de solicitudes de asistencia.
Estos problemas nunca han existido para los ricos y poderosos que se reúnen anualmente en Davos, como tampoco la forma de sobrevivencia de los jubilados alemanes con 800 euros al mes. Como decía Groucho Marx, "la política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después remedios equivocados". Aunque los remedios que aplican los globalizadores neoliberales no son 'equivocados', sino intencionados deliberadamente para asegurar y mejorar el bienestar de la elites globales.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK