"Pasamos en el San Juan cinco horas con plena seguridad, convencidos de que a ese submarino no podía pasarle nada", rememoró Andrushchak, ingeniero civil y presidente de una fundación cultural y económica llamada "Casa rusa en el fin del mundo".
"En Ushuaia armé mi primera empresa constructora e hice amistad con varios oficiales y marinos de la Armada", relató.
Dada su buena relación, el ingeniero participó desde entonces en varias actividades que organizaba la fuerza naval.
"El submarino lo conocí el 6 de noviembre, cuando el San Juan estuvo un mes en Ushuaia y me invitaron con otra gente a navegar en mar abierto", relató Andrushchak.
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"Durante cinco horas estuve con la tripulación e incluso el capitán (de la embarcación), Pedro Rodríguez, me llevó un certificado como honorable submarinista", continuó Andrushchak con timidez.
Tras la inmersión, los invitados comieron sushi y fueron convidados con champán. En aquella jornada, que ahora es recordada con emoción, Andrushchak recorrió los 60 metros de largo que tenía el submarino "y hablé con los cocineros y con los encargados del torpedo, con varios de sus 44 tripulantes, sin poder imaginar que ese sería el último encuentro con ellos", contó.
Tareas de búsqueda
El San Juan zarpó de la Base Naval de Ushuaia una semana después, el 13 de noviembre, para dirigirse a su apostadero habitual en Mar del Plata (este).
Andrushchak fue convocado de inmediato por la embajada de Rusia y la Armada argentina para participar en las tareas de búsqueda y localización del submarino.
Así, el ingeniero se embarcó el 29 de noviembre, en el aviso Islas Malvinas, atracado en el puerto de Comodoro Rivadavia (sureste).
Andrushchak conocía muy bien el Islas Malvinas, un buque de origen ruso comprado por Argentina en 2015, pues había navegado en él en mayo del año pasado hasta alcanzar la Isla de los Estados, en el extremo austral del país.
El Islas Malvinas sigue rastreando al San Juan en aguas de la plataforma continental argentina en el Atlántico Sur y lleva a bordo el batiscafo no tripulado Pantera Plus, que puede sumergirse a más de 1.000 metros de profundidad.
"Allí estuve dos semanas en mi tarea de coordinador y traductor, porque coordinaba el trabajo de la tripulación argentina del buque y también el de la Armada rusa que estaba manejando el robot, compuesta en total tres oficiales y siete suboficiales", detalló.
"Nos asignaron una zona, había otro buque que estaba investigando el fondo del mar con sus equipos de radio; llegado un momento nos daban coordenadas, llegábamos al lugar y bajábamos el robot, que se operaba desde el centro de comando en el barco", continuó.
El Pantera Plus se sumergió a profundidades de entre 500 y 1.080 metros.
En esas operaciones se encontraron buques pesqueros hundidos y objetos metálicos, pero no el submarino perdido.
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El aviso Islas Malvinas volvió el 13 de diciembre a la Base Naval de Puerto Belgrano, en la provincia de Buenos Aires (este), para realizar reparaciones y cargar combustible y víveres.
"El buque Malvinas estuvo a principios de enero en Ushuaia para cargar equipamiento, cuando me reencontré con mis nuevos amigos y hasta los invité a mi casa a comer un asado", recordó.
Este ciudadano ruso divulgó su experiencia con vídeos y fotografías que tomó durante sus viajes, en una charla organizada el jueves por el Consejo Coordinador de Organizaciones de Compatriotas de Rusia en Argentina en el Centro Ruso de la Cultura y la Ciencia (Casa de Rusia) en Buenos Aires.
El submarino sigue perdido desde hace más de 70 días, y a su búsqueda se encuentra abocado, entre otros, el buque oceanográfico ruso Yantar, que lleva a bordo un vehículo operado de forma remota con capacidad para identificar objetos hundidos a 6.000 metros de profundidad.