"Estoy extremadamente tranquilo y estoy con la conciencia de que no cometí ningún delito; la única cosa correcta que puede pasar es que digan que [el juez Sergio] Moro [de la Operación Lava Jato, que le condenó en primera instancia] se equivocó", afirmó ante cientos de seguidores.
Lula negó esta hipótesis con vehemencia: "Que se preparen porque vamos a volver y transformaremos este país", proclamó, y añadió que solo parará de luchar cuando esté muerto.
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Una vez más reiteró que el juicio se debe a la incomodidad que generó en las élites del país el hecho de que el Gobierno del Partido de los Trabajadores (PT, izquierda) colocara a los pobres en el centro de las prioridades.
"Este país estaba pensado para el 35% de la población, los pobres eran estadística, ¿y quién colocó el dedo en la herida? Fuimos nosotros, yo sé que es eso lo que está siendo juzgado", dijo.
Estuvo acompañado por destacados líderes del partido, del sindicato y del Movimiento de los Trabajadores Sin Tierra (MST), a los que agradeció repetidamente su apoyo.
El 23 de enero, Lula se trasladó a Porto Alegre, donde pronunció un discurso ante decenas de miles de personas en la víspera del juicio que decidirá su futuro político.