La nueva ojiva continuaría la tendencia peligrosa en el pensamiento del Pentágono, caracterizada en los últimos meses por una gradual aceptación del concepto de una guerra nuclear limitada.
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El desarrollo de la nueva modificación de la bomba nuclear estadounidense B61, la B61-12, es suficiente para hacer sonar las alarmas, ya que pretende crear un proyectil nuclear de baja potencia y alta precisión, lo que, de hecho, se acerca más a un arma convencional para usar en un conflicto, que a una de contención estratégica.
Desde el punto de vista técnico, los misiles Trident son un arma de disuasión estratégica. Con alta precisión y un alcance formidable, esos misiles integraron el tipo de escudo nuclear de EEUU en su contienda con la URSS. Fueron diseñados como herramienta de único golpe —el primero y el último— contra cualquier rival.
La idea de convertir esta arma de 'juicio final' en un portador de ojivas tácticas es "muy peligrosa", comentó el general coronel (de tres estrellas) Leonid Ivashov.
"Al ver un Trident II lanzándose desde un submarino, el enemigo —es seguro afirmar que se supone a Rusia— no va a saber qué ojivas porta, estratégicas o tácticas. Naturalmente, responderá con toda la fuerza, y ahí tendremos una gran guerra nuclear", advirtió.
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La modificación de la bomba atómica B61-12 también representa este enfoque: es una bomba guiada capaz de planear hacia su blanco desde cierta distancia. Pero su mayor ventaja sería su tamaño, ya que cabe en muchos de los aviones pequeños de EEUU, como los F-16 o A-10, así como los F-35.
Un pensamiento defectuoso
La lógica detrás de la nueva estrategia de 'contención a Rusia en Europa' sería la presencia de un arma devastadora, pero que no llevaría a una destrucción catastrófica a gran escala para el mundo. Desafortunadamente, es innatamente fallida.
Para él, en caso de una detonación "una escalada es inevitable: el uso de armas atómicas provocará un golpe de respuesta contra la parte continental de EEUU".
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Una teoría creíble es que con tales filtraciones, se prevé presionar Rusia y responder así a los logros de la industria rusa en el ámbito de los misiles de crucero y balísticos, valoró Ivashov.
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O también desatar un tipo de carrera armamentista en cuanto a las armas atómicas de carácter táctico, pero en esto Washington va a fracasar:
Así que, no es necesario para Rusia involucrarse en cualquier carrera, sino es importante llamar a los socios estadounidenses a que reconsideren sus planes desestabilizadores y "auténticamente peligrosos", concluyó el analista.
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