Según Drobnítzki, esta sintonía personal se hizo evidente durante la XIII rueda de prensa anual de Putin del 14 de diciembre y la posterior conversación telefónica de los dos líderes, cuando Trump llamó a Moscú para agradecerle a su homólogo ruso el reconocimiento del buen desempeño económico de EEUU.
En este sentido, pone el foco en el hecho de que, cuando Putin estaba hablando de la necesidad de aunar esfuerzos entre Rusia y EEUU para resolver problemas, señaló que esto beneficiará a ambos pueblos.
"No [beneficiará necesariamente] a la comunidad internacional ni a la paz en todo el mundo, sino a los pueblos de ambos países en concreto", subraya el experto ruso.
Drobnítzki señala que, si bien es cierto que Rusia soñaba antes con entrar en igualdad de condiciones en la 'aldea humana única', esto no ha sucedido pese a las importantes concesiones por parte de Moscú. En los últimos años, no obstante, Rusia se ha transformado en el centro de influencia.
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"Crimea y Siria son una evidencia de que la opinión de las autoridades globales ya no es decisiva. El siguiente paso… la economía sin las recetas de Davos", escribe Drobnítzki, aludiendo al foro en Suiza donde se reúne la élite económica y política del mundo.
El americanista ruso recuerda que, pese a la constante resistencia del Congreso y las agencias federales, repletas de burócratas contratados durante la época de la Administración Obama, el nuevo mandatario ya ha hecho mucho para la economía de EEUU: se crearon millones de puestos de trabajo, el crecimiento del PIB superó el 3,3% en el tercer trimestre de 2017 y se eliminaron una gran cantidad de barreras administrativas para los negocios.
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Pero lo que más llama la atención del politólogo ruso es la reciente Estrategia de Seguridad Nacional de EEUU.
Comentando este documento clave para la política exterior del país, el asesor presidencial de seguridad nacional de EEUU, Herbert McMaster, aseveró: "La geopolítica ha regresado".
"Agregaré algo: está tomándose la revancha por descuidar los intereses de los Estados nacionales durante la construcción de un orden mundial liberal-globalizado. Por ilusiones acerca de la universalidad de ciertos 'valores occidentales', que en realidad demostraron no serlo tanto. En cualquier caso, un número significativo de votantes occidentales cree definitivamente en algo más que 'lo políticamente correcto', la tolerancia y el postindustrialismo. Las citas electorales de 2016 y 2017 lo han demostrado con toda claridad", insiste Drobnítzki.
Desde su punto de vista, el regreso de la geopolítica se acompaña de la reactivación de la solicitud de reindustrialización de orientación nacional y la búsqueda de nuevas formas de desarrollo económico.
Drobnítzki pronostica una nueva competencia mundial, competencia industrial y económica, donde va a ganar aquel que pueda proporcionar a su gente una mejor calidad de vida: trabajo decente, educación adecuada, infraestructura moderna y sanidad fiable.
"Estrictamente hablando, este es el éxito del Estado-nación, a diferencia de la corporación transnacional, cuya tarea es reducir costos (no importa si a expensas de robots o migrantes) y suprimir la competencia en los mercados para la venta de bienes", concluye.