"Son una logia", manifestó la esposa del cabo primero Germán Óscar Suárez, submarinista y sonarista dentro del buque.
Leguizamón acude casi cada día a la Base Naval de la Armada, donde el buque San Juan tiene su apostadero habitual y donde muchos familiares aguardan novedades en relación a la nave que debería haber atracado ahí hace una semana.
Ella percibe cierta incomodidad entre otros familiares cuando se aproxima al comando para enterarse de primera mano de los partes oficiales que brinda la fuerza naval.
"Molestia seguro que sí (detecta), veo miradas, nadie se atreve a decirme nada", reconoció.
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Todos ellos forman "un ente, una unidad; la llamada familia naval y la institución son una sola cosa", añadió.
Su marido, de 29 años de edad y nacido en la provincia de Santa Fe (centro-oeste), es un caso distinto, aseguró Leguizamón.
"Le gustaba trabajar ahí porque le gustaba la Armada, pero no sé si se sentía tan parte de la comunidad como logia cerrada, ya que fue siempre diferente a ellos, más espiritual", señaló la abogada.
Avería en 2014
Las palabras de Leguizamón tuvieron días atrás un gran impacto cuando denunció que el submarino San Juan, que se comunicó por última vez el pasado 15 de noviembre cuando se hallaba a 432 kilómetros de la costa a la altura del Golfo de San Jorge, había tenido una falla en 2014.
Esas palabras iban dirigidas al marido de Leguizamón, que en aquel momento era de los más nuevos entre la tripulación.
"'Vos ni te diste cuenta', le dijeron, porque Germán seguía como si nada en el sonar", evocó.
Al momento de la falla, los tripulantes del San Juan "pensaron en las familias porque no podían salir (del submarino), tenían un problema de propulsión, hubo una turbulencia, pero de repente activaron el sistema de emergencia y salieron para arriba", relató.
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Dos miembros del astillero naval público Tandanor que intervinieron en la reparación confirmaron al diario local Página12 que se produjo "un momento de tensión", pero que el problema se originó en período de pruebas, el cual finalizó en octubre de 2015.
"Yo no me fío de las reparaciones, siempre tenían problemas con la batería, habían tenido averías", aseguró la mujer del submarinista.
Es por ello que "tiene que hablar la tripulación que estaba ahí, porque a muchos submarinistas los pasan de un submarino a otro, y los que estaban de pase ese año no son los mismos que están ahora", agregó.
Desconcierto y confusión
La esposa del cabo primero Suárez, proveniente de la provincia de Formosa (norte), admitió su tristeza porque teme "que no lo van a encontrar".
"Todos perdimos la esperanza en ese momento, pero ahora vienen con nueva información, que no hay nada que dar por sentado, así que al final no sé que pensar, juro que es para volverse loca en serio", señaló.
La única razón por la que vive en Mar del Plata es su marido: "Toda mi vida gira en torno a él, porque como él estaba trabajando acá, yo me vine también", contó.
Mientras tanto, ella siente que cualquiera puede manipularte psicológicamente "porque no sabes si lo van a encontrar o no".
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En esa dilema, Leguizamón aguarda cualquier novedad que la haga salir de una incertidumbre asfixiante.
A la espera de noticias, "a cada rato pienso que lo van a encontrar, pero luego no sé qué hacer, si comenzar a hacer el duelo o hacer una ceremonia religiosa", concluyó.
Trece países y más de 4.000 personas intervienen en la búsqueda del buque San Juan, uno de los tres submarinos con los que cuenta la Armada argentina.