"Uno recibe todo tipo de información y ves que te da esperanza la última novedad pero no, que ahora hay que esperar, que estaba todo equivocado", dijo a esta agencia Federico Ibáñez, hermano de Cristian David Ibáñez, uno de los 44 tripulantes a bordo del submarino ARA San Juan, del que no se tienen noticias desde hace una semana.
"Tiraron [dijeron imprudentemente] también que estaban despejando un hospital [para tenerlo preparado una vez rescataran a los tripulantes], entonces pensamos que era en serio, porque por ese lado teníamos más esperanza", añadió Federico, de 34 años.
Entre tanto, la Armada "ahora está haciendo todo lo que tiene que hacer, pero lo hizo tarde", consideró el hermano menor del marino.
La fuerza naval "debería haber recibido ayuda con la tecnología que no posee aquí desde el primer momento, porque al principio empezaron a buscar el submarino en base a su protocolo, y luego aceptaron ayuda cuando se dieron cuenta de que de que si tenían la oportunidad de encontrarlo, no iban a poder sacar a los tripulantes", relató Federico.
Recuerdo del hermano
Oriundo de la provincia de Salta (norte), Cristian, de 36 años y cabo principal, "entró a la marina y se fue a la parte de radares, y ahí se siguió especializando para ser algo más".
Padre de una niña de ocho años, el marino "no habla de su laburo (de sus tareas) cuando está fuera del trabajo, hace vida familiar con su hija y su mujer, comparte las vacaciones en nuestra casa y con su familia", añadió Federico.
La nave comunicó su última posición el miércoles 15 de este mes a la mañana, señalando que se encontraba transitando las aguas del océano Atlántico de camino a su apostadero habitual, la base donde hoy aguardan sus seres queridos.
"He entrado en la Base Naval, he salido y mi hermana también porque es todo silencio, todos se están mirando a la cara, ya haya un buen dato o un mal dato, pero ahí dentro sólo se puede esperar", describió.
Federico llegó por la mañana de este miércoles desde la ciudad de Rosario (centro) en la que vive para acompañar a su madre, que sí permanece dentro de la Base Naval junto a otros allegados de los 44 navegantes.
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Desde el interior del comando naval, su madre "escucha lo que le dicen ellos (los familiares) y se cree al pie de la letra lo que le dicen", señaló.
"Pero el tiempo pasa, ella se [llena de] esperanza mientras transcurre otro día más", lamentó.
Su madre, quien llegó apenas se enteró de que el submarino no aparecía, duerme en casa de su cuñada, quien vive en Mar del Plata, y luego permanece todo el día en la base, a la espera de noticias.
"En todo caso, tenemos que estar cerca de nuestra madre", agregó.
Llanto
De unos 50 años, la marplatense reza a Stella Naris, la patrona del mar y de los viajeros, por el regreso de los marinos.
"Paso todos los días por acá, porque espero y deseo que vuelvan sanos y salvos, es mi deseo que vuelvan", repite con lágrimas en los ojos.
Su peor temor es que los tripulantes estén asfixiándose, dado que se cumplen siete días de la desaparición, el límite crítico en que podría encontrarse el submarino si no hubiera podido salir a la superficie a renovar el oxígeno desde el miércoles 15, cuando informó de su última posición.
Como vive a unos 200 metros de la Base Naval, la mujer cuenta que pasa y pasará "todos los días hasta que vuelvan los 44 ".

Mientras solloza y esconde la mirada detrás de unas gafas oscuras, agradece entrecortadamente la ayuda "a todos los países que están ayudando, porque es magnífico lo que están haciendo".
Construido en 1982 e incorporado a la Armada en 1985, el navío San Juan de la Armada es uno de los tres submarinos que posee la fuerza naval argentina.