La obra, una intervención del artista francés JR, llama la atención de los curiosos, pero no se convirtió todavía en una atracción turística; el fundador, Mauricio Hora, prefiere que eso no ocurra.
"El turismo no es transformador, no deja nada (…) esta casa es para los niños de aquí, prefiero que suba solo la gente de verdad interesada y que sepa cómo es esto, porque puede haber un tiroteo en cualquier momento y que se nos culpe a nosotros de poner en riesgo a la gente", explicó en declaraciones a Sputnik.
Hora es el alma máter de este proyecto que ofrece clases de lectura, idiomas, teatro, yoga o capoeira (una danza tradicional) a decenas de niños y adolescentes de esta favela situada en el centro de Río de Janeiro, con vistas imponentes sobre la bahía de Guanabara y marcada por una rutina diaria de tiroteos entre policías y narcotraficantes y entre facciones rivales del narcotráfico.
"Durante muchos años viví como un fotógrafo-bandido", recuerda; aunque poco a poco su pasión casi clandestina lo llevó al activismo social y a convertirse en un símbolo en su comunidad, liderando luchas vecinales en busca de más servicios o contra la especulación inmobiliaria que invadió la región central y portuaria de Río de Janeiro en los años previos a los Juegos Olímpicos de 2016.
JR se enamoró de la vibrante realidad de Providencia y viajó hasta Río de Janeiro para conocer a Hora; juntos ejecutaron el proyecto "Women are heroes" (las mujeres son héroes, de 2008) que consistía en cubrir 32 casas de la favela con enormes retratos en blanco y negro de algunas de sus vecinas.
"Cuando JR me lo explicó me pareció una locura, pero lo más difícil no fue convencer a los vecinos, sino la instalación en sí; la favela es un lugar en el que ni siquiera puedes poner andamios, son todo callejuelas con pendientes, escaleras… tuvimos que contratar alpinistas que colocaron las fotografías haciendo rápel", recuerda.
Ahora la favela disfruta de un espacio que funciona como punto de refuerzo escolar y al mismo tiempo como faro vanguardista, puesto que la última ocurrencia de JR fue colocar en lo alto de la casa una enorme luna sostenida con dos pilares, a la que se accede por una escalerilla de bomberos no apta para personas con vértigo.
Por dentro la luna es un acogedor espacio con luz natural, estantería e incluso una cama, puesto que la idea es que sirva para acoger a artistas residentes extranjeros que quieran trabajar en la casa durante un tiempo.
"Yo la verdad es que no soy muy fan, pero ella fue muy humilde y bien intencionada", dice Hora, que al tiempo que agradece la visibilidad que su visita ha dado a su proyecto no se deslumbra por los posibles efectos de la fama.
"No pienso esta casa para el mundo, la pienso para Providência, para los niños de aquí; está abierta al mundo, pero quien venga aquí tiene que saber cómo es esto (…) Yo pienso como un artista "favelado", JR piensa como un artista francés que viaja por el mundo", sentenció.
Al regresar a Río de Janeiro, por entonces la capital del país, los excombatientes no recibieron los terrenos prometidos, así que se instalaron por su cuenta en humildes barracas en esta colina del centro de la ciudad y bautizaron la ocupación como "favela" por una planta llamada así que abundaba en la zona.
El "morro da favela" fue el primero de muchos que rápidamente recibieron a miles de exesclavos e inmigrantes del empobrecido noreste del país que llegaban a Río en busca de oportunidades.