"Las repuestas anunciadas y las que sigan serán repuestas limitadas, Trump no está muy interesado en el frente cubano, el tema tiene una baja prioridad en su agenda", dijo el autor del libro "La conexión México—La Habana—Washington: una controvertida relación trilateral".
El analista que vivió durante ocho años en La Habana, como corresponsal extranjero, estima que el retiro del personal y la advertencia de viaje a los estadounidenses para que no visiten Cuba para evitar "ataques específicos", constituye "un episodio, en un tema no prioritario" en la diplomacia del secretario de Estado Rex Tillerson.
"Desde los avances en la normalización de la relaciones bilaterales, que se lograron tras largas negociaciones durante la administración del expresidente (Barack) Obama (2009-2017), era evidente que con Trump, por lo menos se iba a congelar la política de apertura", argumentó el actual coordinador de la sección internacional de la revista de análisis político Proceso.
El analista apuntó que "Cuba no fue una prioridad, y tampoco lo fue América Latina en general —excepto los temas migratorios y comerciales con México—, ni siquiera Venezuela lo es ahora, aunque haya tomado relativa importancia en forma reciente".
Lo que sí es cierto, acota Campa, es que "Trump sí había amenazado como candidato con revertir las órdenes ejecutivas sobre Cuba que había firmado Obama", quien realizó una histórica visita al presidente Raúl Castro, en 2016.
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Sin embargo, una vez que llegó a la Casa Blanca, el nuevo presidente no lo hizo y abandonó el asunto cubano a lo largo de varios meses: "se limitó a mantener congelada la relación y daba la impresión de que no la iba a revertir".
Exilio anticubano debilitado
Una de las explicaciones que ofrece el autor es que, pese a sus promesas al exilio cubano de Miami, "la composición del electorado del estado de la Florida [a 145 kilómetros de Cuba] ha cambiado".
"Las posiciones radicales de los viejos anticastristas de línea dura tienen menos peso político y electoral", señaló.
En efecto, actualmente, la mayor proporción de los emigrados proceden de otros países latinoamericanos, agregó, que "tienen posiciones distintas respecto a Cuba, y otras expectativas sobre la política exterior de EEUU".
Asimismo, ha habido una renovación generacional: "los jóvenes de Miami no son tan radicales ni necesariamente republicanos", prosiguió el analista.
Los resultados electorales en la última década indican que los seguidores del Partido Demócrata crecieron, al grado que Obama ganó las elecciones en ese estado y Hillary Clinton perdió contra Trump con un margen muy reducido.
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Con base en esos resultados, "lo que está claro es que Cuba no tenía un peso especial en la agenda de Trump, aunque sí proclamaba su intención de congelar todo lo que había logrado Obama en el restablecimiento de las relaciones, pero no de revertirlo".
Esto es posible en la media en que Obama no logró acuerdos en el Congreso y decidió implementar su política hacia Cuba con la firma de órdenes ejecutivas, "que el actual presidente puede revertir legalmente".
La explicación central está en que "ese tema no le reporta grandes beneficios electorales".
Si bien es cierto que en Florida "aún existe un sector fuerte con poder económico contra el régimen cubano, la base electoral ya no está empeñada en esa vieja batalla".
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La actual prioridad de Trump son las próximas elecciones legislativas de 2018 donde estará en juego la mayoría republicana que el presidente necesita.
"El presidente estadounidense ya está en campaña, en términos ideológicos está interesado en proyectar dureza y rudeza, pero en términos efectivos va a calibrar cómo impacta la política exterior en su demografía electoral en general, y en particular en la Florida", puntualizó.
El Departamento de Estado de EEUU decidió el 29 de septiembre reducir en más de la mitad el personal de su embajada en Cuba, suspender los viajes oficiales, recomendar a sus ciudadanos que eviten visitar el país caribeño y dejar de emitir visados a cubanos que deseen viajar a territorio estadounidense.
Las medidas obedecieron a los incidentes, aún de origen desconocido, que ocasionaron desde 2016 supuestos problemas de salud a 21 diplomáticos estadounidenses destacados en Cuba.