"Obviamente la capacidad operativa de la embajada norteamericana en La Habana se va a ver afectada por una reducción de esa magnitud, [pues] se habla de un 60% de la fuerza laboral para funciones llamadas no esenciales, tales como colaboración en seguridad o la comunicación diplomática, pero lo importante hasta ahora es que no se va a cerrar la embajada", dijo López-Levy, profesor de la Universidad de Texas, en EEUU.
El cierre de la embajada estadounidense en La Habana, continuó López-Levy, representaría el peor de los casos para la normalización de las relaciones entre Cuba y EEUU.
El Departamento de Estado de EEUU decidió el 29 de septiembre reducir en más de la mitad el personal de su embajada en Cuba, suspender los viajes oficiales, recomendar a sus ciudadanos que eviten visitar el país caribeño y dejar de emitir visados a cubanos que deseen viajar a territorio estadounidense.
Las medidas obedecieron a los incidentes, aún de origen desconocido, que ocasionaron desde 2016 supuestos problemas de salud a 21 diplomáticos estadounidenses destacados en Cuba.
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El eventual cierre de la embajada estadounidense en Cuba significaría "llevar la disputa a una posición irracional" porque a ambas naciones les conviene una relación diplomática "a nivel de embajada" y, si se produjera, se estaría anteponiendo la ideología a todo lo demás, sostuvo López-Levy.
"Sería trágico que EEUU, que en ocasiones acusa al Gobierno cubano de ideologización de las relaciones internacionales, tomara una decisión como esa", y más cuando no se han esclarecido las cuestiones que están detrás de los supuestos ataques sónicos ocurridos desde 2016, agregó el analista.
Ni EEUU ni Cuba han logrado determinar hasta ahora, en sus respectivas pesquisas, la causa de estos incidentes, aunque algunas fuentes estadounidenses se han referido a un supuesto ataque con un dispositivo sónico.
Este mes, el secretario de Estado, Rex Tillerson, comentó que entre las medidas analizadas estaba el cierre de la embajada, pero este asunto no fue mencionado en su comunicado de este viernes.
Al contrario, Tillerson sostuvo que EEUU no rompería relaciones con Cuba y reconoció que La Habana estaba colaborando en la investigación de estos incidentes.
López-Levy observó que mientras no se tome la decisión de una retirada total de la sede diplomática estadounidense en La Habana o una ruptura de relaciones entre Cuba y EEUU, "el legado de la embajada implica una capacidad institucional de manejar mejor los conflictos entre los dos países".
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