"El partido surge porque los negros no representamos absolutamente nada en el movimiento político, tenemos 513 diputados, ¿y dónde están los negros? No están y si están representan los intereses de otros sectores; si hay un negro entre los diputados evangélicos no habla como un negro, habla como un pastor", dijo a Sputnik el principal impulsor del partido, Celso Athayde.
Se trata de un conocido activista del movimiento negro, fundador de la organización no gubernamental Central Única de las Favelas y de la empresa Favela Holding.
Las favelas son los barrios hacinados y tugurizados que se formaron en las laderas de los montes y montañas en ciudades como Río de Janeiro.
Por primera vez Athayde da el salto a la política para intentar revertir que apenas haya negros en política cuando representan el 56 por ciento de la población de Brasil, según datos oficiales.
"Hablar de favela es hablar de personas negras", comentó el ahora líder político, que recuerda que en estas barriadas pobres se concentra la población con la piel más oscura, una herencia de la esclavitud y de la desigualdad endémica del país.
Sin embargo, Athayde subrayó el enorme potencial que tienen las favelas, normalmente ignoradas por la clase política tradicional y estigmatizadas por buena parte de la sociedad como lugares violentos por su asociación al narcotráfico.
En Brasil viven en favelas 11,4 millones de personas (el seis por ciento de la población), según los datos oficiales más recientes, en base al censo del año 2010.
Su renta equivale al consumo de países como Paraguay y Bolivia, moviendo 64.500 millones de reales anuales (20.460 millones dólares), según los datos recogidos por el propio Athayde y por el investigador Renato Meirelles en una encuesta de 2013 que dio lugar al libro "Un país llamado Favela".
A pesar de que Athayde reconoció que algunos partidos, especialmente en la izquierda, han sido sensibles a las necesidades de la población de las favelas, cree que los logros son insuficientes y sobre todo que, ante la crisis política que vive el país, no se puede vivir a merced de los actores tradicionales.
"Ante este caos establecido tenemos que elegir entre quedarnos así o contribuir a salvar nuestra identidad", remarcó.
A pesar de que el partido podría encajar de forma natural en un espectro de izquierda, Athayde prefiere no posicionarse porque "la ideología del partido se está formando".
En este sentido, admitió la complejidad de fusionar en un mismo programa de Gobierno toda la diversidad de las favelas donde conviven desde activistas de extrema izquierda que piden, por ejemplo, desmilitarizar la policía, a evangélicos ultraconservadores que jamás votarían a un partido dispuesto a legalizar el aborto.
"No queremos levantar la bandera de la izquierda porque a veces la izquierda prohíbe conversar con otras tendencias como si fuera una traición, no queremos hacer críticas a ningún partido", dijo Athayde.
El partido está todavía en una fase embrionaria, pero su nacimiento formal tendrá lugar el próximo 30 de este mes, cuando se hará la petición de registro ante el Tribunal Superior Electoral (TSE).
A partir de ahí empieza una carrera a contrarreloj para conseguir en el plazo estipulado las firmas necesarias para validar el partido, se necesitan 440.000, pero Athayde confía en conseguir cinco millones.
De demora del TSE dependerá si el partido puede o no presentarse a las elecciones de 2018.
Su fundador está convencido de que sí y por ello avanza algunos aspectos de la nueva formación.
"Los negros estamos aquí desde hace 500 años y en todo este tiempo no hemos conseguido crear un partido, ni siquiera en el estado de Bahía, donde somos el 87 por ciento de la población, aunque al final no sea un éxito, el mayor legado de este partido será que los negros miren al país desde otro prisma, desde el poder y no solo desde la reparación", aseguró.
En el nuevo partido tendrá un candidato a presidente (y no será él), los postulantes tendrán entre 18 y 30 años de edad, la mitad serán mujeres y los diputados elegidos donarán el 60 por ciento de su salario.