El jefe de la diplomacia estadounidense declaró recientemente que EEUU no busca el cambio de régimen en Corea del Norte.
"La idea es que Kim [Jong-un] debería relajarse, aceptar ceder sus bombas nucleares y sus misiles y entrar en una hermosa amistad con EEUU… Como Muamar Gadafi en 2003", escribe Bandow recordando los acuerdos del asesinado líder libio sobre el cese de su programa armamentístico.
Según el autor, la cuestión es que "Corea del Norte solo puede contar consigo misma". Internamente, el país es mucho más pobre que su vecino del sur.
En cuanto a potencial bélico se refiere, Seúl está protegido directamente por EEUU mientras que los vecinos de Pyongyang —Moscú y Pekín—, aunque amistosos o como mínimo neutrales en la disputa, apenas estarían dispuestos a entrar en una guerra con una superpotencia para salvar a la dinastía de los Kim.
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En una situación tal, de ejércitos totalmente incomparables, los misiles y las armas nucleares "son una herramienta relativamente barata para defenderse".
"Los chillidos provenientes de Washington no los producen los que temen ser atacados, sino los que ven la imposibilidad de atacar sin consecuencias", valora el analista.
"Sin las amenazas de Washington, Pyongyang simplemente ignoraría la potencia lejana", opina Bandow, pero "como no es el caso, Corea del Norte lógicamente busca medidas para llevar la guerra a EEUU".
Una buena razón para dudar de las promesas estadounidenses
En medio de toda la fuerte retórica, Tillerson busca convencer a Pyongyang de que "no hay nada que temer". ¿Debería Kim Jong-un creerlo? De palabra, no, solo de acción, según el autor.
En cuanto a las palabras, Tillerson como diplomático "siempre diría que es por la paz" a pesar de que "los diplomáticos mintieron desde la primera negociación en la historia humana", escribe Bandow.
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Además, el presidente de EEUU, Donald Trump, expresó varias opiniones sobre Kim Jong-un en un corto período de tiempo, las calificaciones fueron desde "chico astuto" a "un loco", así que queda por ver si se forma alguna postura estable en su política, opina.
Incluso en caso de respetar el valor de la palabra dada, el futuro de Corea del Norte no está asegurado.
En este sentido, Bandow vuelve a mencionar la caída del coronel Gadafi en Libia tras el cambio de Administración en Washington.
"Si Kim depone las armas, ¿qué podría prevenir un cambio de postura de EEUU similar al caso libio?", pregunta.
Acciones en vez de palabras
El autor prosigue teorizando sobre qué medidas podrían realmente acercar el desarmamiento nuclear de Corea del Norte.
Primero, EEUU debe frenar el flujo de amenazas militares obvias: declaraciones de 'ataques hipotéticos', comentarios sobre 'las opciones sobre la mesa', vuelos de bombarderos etc.
"Corea del Sur es capaz de defenderse. Seúl debe crear un Ejército y adoptar medidas para contener al Norte de un ataque, o ganar en un conflicto si se desata", agrega.
En este sentido, "es posible que [las medidas] incluyan la creación de armas nucleares surcoreanas", teoriza.
"El comportamiento de EEUU debe cambiar. Cuando Washington deje de apuntar sus armas contra Corea del Norte, este último dejará de necesitar una herramienta de detención nuclear. Así, la decisión para EEUU radica en si defender a Corea del Sur merece poner en riesgo al pueblo estadounidense", concluye Bandow.
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