Sin embargo, este enfoque no puede estar más alejado de la realidad, asegura la publicación.
"Si este enfoque se usa como una guía para entender [las políticas] de Corea del Norte, este análisis es simplemente erróneo. Como una guía para la elaboración de políticas [de Washington] hacia Pyongyang, puede ser catastrófico", escribe el autor, Andréi Lankov.
Los últimos 25 años "no han sido fáciles" para el país asiático. Corea del Norte vivió una hambruna masiva, sufrió la pérdida de casi todos sus aliados internacionales menos China y la confrontación con EEUU; sin embargo y a pesar de todo, los Kim han sobrevivido y se han quedado en el poder, "lo que es una prueba de su racionalidad y determinación implacable", según Lankov, profesor de la Universidad de Kookmin de Seúl y autor de varios libros sobre Corea del Norte.
Ahora, es el turno del joven Kim Jong-un de guardar el poder. A juzgar por sus políticas, él ha identificado tres posibles amenazas y está trabajando metódicamente para neutralizarlas, teoriza el experto.
No obstante, en 2011, se realizó la intervención de la OTAN que selló el destino del coronel libio, recuerda Lankov.
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Así, en lo que respecta a las armas nucleares, Kim Jong-un ve su programa nuclear como puramente defensivo. Sabe que cualquier ataque no provocado contra Corea del Sur o Estados Unidos "terminará mal", y ciertamente no es suicida. Al mismo tiempo, presume que ninguna gran potencia correría el riesgo de atacar un estado nuclear que tenga una capacidad de respuesta.
"Las armas nucleares son una póliza de seguro para las autoridades norcoreanas. Ninguna presión u oferta cambiará su postura ya que creen que sin estas armas, sus días estarán contados", enfatiza el experto.
La segunda amenaza para el reino de Kim Jong-un es un golpe militar nacional. El líder norcoreano es joven y "tiene buenas razones para sospechar que sus generales no lo apoyan enteramente", dada su edad y falta de experiencia, según Lankov.
También debe ser consciente de que los golpes militares en regímenes no democráticos son bastante comunes —y exitosos—.
El reciente asesinato de Kim Jong-nam, medio hermano de Kim Jong-un, de confirmarse la implicación de Pyongyang, "se ajustaría a este patrón", cree Lankov.
"Pero la idea principal es que Kim no está supervisando un reinado irracional de terror. Un norcoreano promedio no parece enfrentar mayores posibilidades de ser arrestado por un crimen político que antes. El blanco de las represiones internas son los oficiales militares", añadió.
La tercera amenaza es un levantamiento popular. El mayor problema de Corea del Norte es su estancada economía y la falta de una solución viable para esta crisis.
Cualquier intento de liberalizar y abrir la economía llevaría a que la población comparara su bienestar con el de otros países —como la próspera vecina, Corea del Sur— y entendiera la magnitud de la mala gestión de sus autoridades, considera el autor. A su turno, esta revelación llevaría a un levantamiento popular y reunificación con y, probablemente, bajo el tutelaje de la parte sur de la península. No hace falta mencionar que eso destrozaría la élite norcoreana, ya sea física o formalmente.
Esta política ha llevado a un cierto renacimiento económico: la mayoría de los expertos coinciden en que el crecimiento anual del PIB de Corea del Norte en los últimos años ha sido de alrededor un 3% o incluso más. La era del hambre ha terminado y el nivel de vida está creciendo gradualmente no solo en la capital sino en todo el país, afirma Lankov.
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Las políticas de Kim son arriesgadas, pero no son "irracionales". Hasta ahora, han funcionado y podrían funcionar muchos años más, destaca el autor de la publicación, así que el mundo debería olvidarse de "las soluciones rápidas" y de la desnuclearización de Pyongyang, y concentrarse en promover tendencias positivas, como logros económicos en el país asíático.
"La mejor esperanza para un cambio drástico en el país es el propio pueblo norcoreano. Kim Jong-un es racional y su pueblo también lo es", concluye.