"Ahora somos un imperio y cuando actuamos estamos creando nuestra nueva realidad" (Karl Rove, 'arquitecto' de las guerras de George W. Bush).
Inclusive, las desastrosas y trágicas consecuencias para el pueblo eslavo de la 'amistad' con EEUU durante el Gobierno de Boris Yeltsin no pudieron mermar la fe de los líderes del país en Washington. Recién con la instalación del capitalismo en su forma casi salvaje, los rusos empezaron a darse cuenta de lo absurdo de sus sueños por tener relaciones de armonía con la única superpotencia en el mundo.
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Basta analizar una reciente entrevista del especialista en geopolítica e inteligencia Bill Gertz con el director de la CIA, Mike Pompeo para darnos cuenta de lo correcto de las conclusiones de Vandam. El director de la CIA declaró que sean soviéticos o rusos siempre representarán "un peligro" para Occidente. Según Pompeo, los rusos tienen la costumbre de formar la opinión pública occidental a través de su propaganda y otros medios, "nosotros tenemos la obligación de hacerlos retroceder, derrotarlos o hacer todo lo posible para que sus acciones sean dolorosas para ellos y de esta manera reducir la magnitud de sus acciones" (Washington Free Beacon, 26-06-17).
Los congresistas norteamericanos están repitiendo esta explicación metódicamente a través de sus medios de comunicación globalizados en manos de seis mayores corporaciones que controlan la opinión pública de un 98% de la población estadounidense. Han logrado contagiar al pueblo norteamericano con el 'Síndrome James Forrestal'.
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El 22 de mayo de 1949 el secretario de Defensa, James Forrestal se mató saltando del piso 17 gritando "The Russians are coming. The Russians are coming. They are here. I saw Russian soldiers around the corner" (Los rusos están viniendo. Los rusos están viniendo. Están aquí. Vi a los soldados rusos a la vuelta de la esquina". Libro: 'Driven Patriot, the Life and Times of James Forrestal').
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Según el informe del Comité Judicial del Senado norteamericano hecho público en 1974, "General Motors fue más importante para la máquina de guerra nazi que Suiza. En Suiza se depositaban los fondos saqueados. GM fue una parte integral del esfuerzo de guerra de Alemania. Los nazis no hubieran podido invadir Polonia y Rusia sin General Motors". Para el colmo, el Gobierno norteamericano compensó a la GM por la destrucción, por los aviones norteamericanos, de su fábrica en Russelsheim, Alemania con 33 millones de dólares.
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Con esta consigna, Norteamérica logró dominar el mundo y facilitó inclusive la desintegración de la Unión Soviética, pensando que por fin lograría desintegrar también a Rusia, según el diseño de Zbigniew Brzezinski en unos 10 miniestados. Hizo rodear al Gobierno de Yeltsin con unos 2.000 asesores que participaron activamente en el desmantelamiento del sector productivo y científico que Rusia heredó de la URSS y que orientaron a los nuevos ambiciosos y descarados amos de Rusia en la creación de la nueva constitución del país. Pensando en la futura desintegración de Rusia y la posibilidad de una guerra civil o resurgimiento de una Rusia nueva, los norteamericanos hicieron expandirse a la OTAN, el brazo derecho militar de Norteamérica en Europa de 16 miembros en 1990 a 28 países.
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Este 'interés nacional' se impuso finalmente, después de mucha cautela, paciencia, pragmatismo y la lentitud rusa en tomar las decisiones, en relaciones con Estados Unidos absorto ciegamente por tratar de encontrar una forma de destruir Rusia. Primero, los norteamericanos fracasaron aplicando el consejo de Brzezinski de que al alejar Ucrania de Rusia y convertirla en su enemigo, Moscú dejará de ser fuerte. Resultó al revés, Rusia logró recuperar Crimea lo que la fortaleció geopolíticamente al no permitir al Pentágono dominar el mar Negro. Segundo, los intentos de Washington de crear un Maidán en Rusia fracasaron rotundamente. Tercero, su extremadamente cínica guerra mediática contra Rusia no tuvo los resultados esperados por el Departamento de Estado por mucho dinero que transfirieran a sus Organizaciones No Gubernamentales (NGO) a lo largo y ancho del país.
Conociendo la historia de la formación de la Europa moderna bajo el tutelaje norteamericano después de la Segunda Guerra Mundial, hay más posibilidades de que Europa obedezca a EEUU y siga aplicando las sanciones contra Rusia a que tenga el coraje de rebelarse contra su amo de Washington.
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Frente a todos estos acontecimientos envueltos en la histeria antirrusa, casi ya globalizada, promovida prácticamente con unanimidad por el Congreso norteamericano (98 contra dos votos en el Senado y 419 votos contra tres en la Casa de Representantes autorizando más drásticas sanciones), Moscú ha puesto fin a sus ilusiones de mejorar las relaciones con EEUU y empezó a fortalecer sus intereses nacionales ajustándose a la realidad.
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Así, con paciencia y tomándose su tiempo Rusia ajusta su política a las acciones y la realidad norteamericana dejando de lado las ilusiones de una amistad con Norteamérica, país que lo único que respeta es una fuerza brutal capaz de golpearlo fuerte en respuesta a la habitual agresividad 'exclusiva' estadounidense.