De la misma forma que el viejo continente no estuvo dispuesto a consentir la firma del Tratado Transatlántico de Comercio e Inversiones (TTIP) que en 2016 quedó en agua de borrajas tras la negativa europea, ya que no beneficiaba a Bruselas en nada, recuerda Alksnis.
"Solo ha pasado un año desde las violentas negociaciones [del TTIP] por las que EEUU quería dejar seca a la economía europea. Y casi no había dudas de que los estadounidenses cumplirían con su cometido. Los escépticos que eran de la opinión de que no había que subestimar a la 'vieja Europa' no eran muchos", recuerda Alksnis.
Sin embargo, Europa se impuso a Estados Unidos y del TTIP "ya casi ni se habla", subraya. De nuevo la historia se repite, dice Alksnis.
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"Los estadounidenses han encontrado una nueva e ingeniosa forma de 'chuparle la sangre' a Europa y para eso necesitan una excusa: privar [a Europa] del gas ruso suspendiendo la construcción del Nord Stream 2".
Para Alksnis resulta irónico que el pretexto para tomar esta decisión sea "el de proteger la seguridad energética de los socios". "Efectivamente, una 'ingeniosa forma' de chuparle la sangre", dice la analista, que advierte:
"Durante los últimos años Europa —la vieja Europa— ha demostrado en más de una ocasión que al viejo minotauro todavía hay que temerlo".
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"Durante un par de décadas los países europeos periféricos resultaron ser buenas fuentes de ingresos para el corazón de la Unión Europea. Y no solo los del este: en los gastos ahora también entran los del sur de Europa: Grecia y Portugal. Desde Europa también supieron capear la crisis de los refugiados, que al principio iba a desembocar en una catástrofe de proporciones económicas, sociales y políticas. Y sin ir más lejos, el ejemplo del TTIP es realmente revelador", explica Alksnis.
La velocidad a la que el conflicto de intereses entre la Unión Europea y Estados Unidos está empeorando —apenas en un par de semanas- en el caso de las sanciones antirrusas y el hecho de que Estados Unidos está actuando unilateralmente demuestra una cosa, dice Alksnis: que a Washington y a Bruselas se les está acabando el tiempo.
"La pregunta de si la Unión Europea podrá o no volver a imponerse a su socio estadounidense y darle la vuelta a la tortilla todavía no tiene respuesta. Pero vale la pena repetir que no hay que subestimar a un depredador político que durante 1.000 años ha ido perfeccionando el arte de la supervivencia", concluye Alksnis.