Hillary Clinton compró una banda, Barack Obama la cocinó, la CIA le echó la sal, Daesh la probó, pero vino el pícaro Trump y se los devoró… a todos.
Las primaveras árabes iban bien. Muy bien. Se desarrollaban según lo planeado. Tan bien iban, y tanto viento tenía EEUU en la camiseta, que una animada y desmelenada Hillary Clinton, al referirse a la muerte por linchamiento de Muamar Gadafi, dijo entre carcajadas: "fuimos, vimos, y el murió".
Las "MacPrimaveras" se iban extendiendo, casualmente, en países ricos en recursos energéticos. Con lo que no contaban, era que en Siria, más que encontrarse con gran parte de desierto en su territorio, se encontraron con un gran pantano (o su segundo Vietnam), donde se dejaron las piernas, las armas, mucho dinero, y se están yendo de vacío.
La sucursal de la franquicia adoptó en Siria el slogan "guerra civil". De guerra civil, nada. Según la definición, en este tipo de conflictos se enfrentan "distintos bandos, cuyos individuos llegan a ser voluntarios civiles que apoyan la ideología del bando seleccionado".
Precisamente, voluntarios civiles que quisieran derrocar a Bashar Asad es lo que no hay, ni había en esta guerra en Siria, a la que los gobiernos occidentales, y los medios de comunicación que obedecen a sus intereses en bloque, intentaron vendernos como "guerra civil".
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Lo que había hasta el momento eran mercenarios, entrenados, armados y financiados por un programa de la CIA, impulsado por Barack Obama, y así era reconocido abiertamente. Y ese reconocimiento de entrenar, armar y financiar a mercenarios se hizo aún más abierto, es decir, público, — por si a alguien le quedaban dudas —, ahora que Donald Trump, siguiendo su idea y cumpliendo su promesa de abandonar aventuras guerreristas en Oriente Medio que lastran su economía, decidió dejar de financiar ese programa de la CIA, tal como lo reconoció el actual director del organismo, Mike Pompeo.
Y es que todo caía en saco roto. La CIA entrenaba, armaba y financiaba a los terroristas "moderados", y cuando estos "civiles" tenían el entrenamiento suficiente, se pasaban con armas, petates y todo, a las filas de Daesh o del Frente Fatah al Sham, antiguo Frente Al Nusra. ¿Por qué? Fácil. Porque pagaban más. Al fin y al cabo, todos están en lo que están, por negocio: EEUU por recursos energéticos, que se traduce a dinero, y los terroristas, por "cash".
El analista militar Juan Aguilar explica que "ya era conocido que todo este plan de entrenar y armar a los rebeldes moderados, al final era una forma de armar y entrenar a terroristas yihadistas del Estado Islámico, del Frente Al Nusra y compañía. Era una de las formas que existían y que por las cuales muchos analistas internacionales acusaban a EEUU y Occidente de ser cómplices de estar ayudando al Estado Islámico y a otras organizaciones terroristas yihadistas".
Esta nueva situación, se da básicamente gracias a la intervención de Rusia, — a pedido del Gobierno legítimo de Bashar Asad, y en respeto al derecho internacional —, a la que no le interesa una expansión del terrorismo en Oriente Medio, que pueda asomar luego peligrosamente por el Cáucaso.
El experto advierte que el programa de la CIA "era un plan de Obama del año 2013 que lógicamente ahora con el cambio de situación está volviéndose ya absurdo. El argumento, que es verdad, es un poco la excusa. Hay una realidad por debajo, y es el reconocimiento finalmente de que estos ‘rebeldes moderados’, no van a ganar en el terreno militar nunca ya a las tropas del Ejército sirio y las fuerzas aliadas del Gobierno de Damasco".
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"En el fondo hay un reconocimiento subliminal de la derrota de que ese plan primigenio de Obama de 2013 de derrocar a Bashar Asad con estas fuerzas de oposición moderadas y democráticas en Siria, ya en (el año) 2015 ó 2016 se veía que era un plan fracasado, con lo cual lo que se hizo fue alimentar más a las organizaciones yihadistas, y cuando éstas ya están siendo finalmente derrotadas, no sólo en el plano militar, sino también en el plano de la opinión pública internacional, (…) no les ha quedado más remedio (a EEUU) que ir eliminando, a unos desde el punto de vista militar — a los yihadistas —, y a otros desde el punto de vista político", analiza Aguilar.
"El señor Mike Pompeo, actual director de la CIA, es una de las dos personas que estuvieron con Trump para tomar la decisión de abandonar el plan de entrenamiento y armamento de la oposición siria. El otro era el asesor de Seguridad Nacional (de EEUU), el teniente general (H. R.) McMaster. Evidentemente ha sido derrotado el director de la CIA Mike Pompeo, y su programa ha demostrado ser un fracaso, ha tenido que asumirlo y lo único que le queda es soltar majaderías e insensateces del tamaño de las que estamos escuchando", sentencia Juan Aguilar.