"Jamás iré a EEUU ni durante mi Presidencia, ni después. Vi Estados Unidos, y es un país asqueroso", declaró durante una conferencia de prensa celebrada el 21 de julio.
En una reunión de la Comisión de Derechos Humanos de la Сámara de Representantes de EEUU, los parlamentarios norteamericanos criticaron duramente la guerra contra las drogas iniciada por Duterte y que está provocando numerosas víctimas civiles. Según los cálculos de los defensores de los derechos humanos, en total, más de 6.000 filipinos han sido ejecutados por agentes de las fuerzas de seguridad filipinas desde el inicio de la campaña. Manila, por su parte, niega todas las acusaciones.
"Será mejor que el Congreso de EEUU se dedique a investigar violaciones de derechos humanos [reales], ya que los militares estadounidenses siguen matando a los civiles en las guerras de Oriente Próximo. O me veré obligado a hacerlo yo mismo. Voy a empezar con sus viejos pecados", manifestó Duterte.
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Donald Trump invitó a su homólogo filipino a visitar EEUU durante una conversación telefónica que mantuvieron en abril. Además, elogió la lucha contra las drogas de Duterte e indicó que hace "un gran trabajo".