En este contexto, Arabia Saudí y Egipto, líderes de la campaña en contra de Doha, se vieron obligados a aliviar la presión sobre el emirato, escribe el diario ruso Kommersant.
El presidente turco Erdogan se adjudicó el papel de principal defensor de Doha, advirtiendo de los peligros y consecuencias de largo alcance de la política aislante que llevan los países del golfo Pérsico. "El aislamiento de Catar es un error fatal que contradice los valores islámicos", señaló Erdogan.
Las acciones de Ankara se deben al hecho de que la crisis que se ha encendido amenaza con dañar a la propia Turquía, en particular, con la creación de nuevos focos de tensión y reducción de su influencia en Oriente Próximo, creen los autores del artículo.
La declaración del presidente Erdogan coincidió con los comentarios sobre el mismo tema del primer ministro iraquí, Haider al-Abadi, que expresó la opinión de que las medidas de castigo contra el emirato están dañando al pueblo y no a las autoridades. El juego contra Catar tampoco le gusta a Kuwait, Omán, Marruecos y Jordania.
El profesor de la Universidad Humanitaria de Rusia Grigori Kosach explicó a Kommersant que Catar tiene influencia sobre los países en los que existen poderosas organizaciones que representan el movimiento islamista Hermanos Musulmanes (prohibido en Rusia).
"En Jordania, los miembros del movimiento están representados en el Parlamento. En Turquía, el Partido de la Justicia y el Desarrollo que está en el poder se remonta a los Hermanos también", recalcó.
Todo esto sugiere que alrededor de Catar comienza a desarrollarse una coalición alternativa, capaz de hacer frente a Arabia Saudí y a sus aliados, resume Kosach.