Pero el proceso comenzó siete años antes con dos hombres más influyentes en asesorar a los presidentes estadounidenses: los inmigrantes europeos de la Segunda Guerra Mundial: Zbigniew Brzezinski, polaco, y Henri Kissinger, alemán, que llevaban intrínseca la repugnancia hacia la Unión Soviética en sus posturas influyentes.
Cuatro décadas después, está claro que China se benefició enormemente de la creencia de parte de los dos de que Pekín era menos un peligro para Occidente que Moscú, escribe Boxwell en un artículo para medio South China Morning Post.
Pero en el momento en que el siguiente 'duo', Brzezinski y Jimmy Carter terminaron finalmente la normalización en diciembre de 1978, Vietnam estaba en el espejo retrovisor de Estados Unidos y la amenaza nuclear soviética estaba siendo controlada.
"Es difícil no mirar atrás en su decisión de abrir EEUU al comercio con China y aliviar las restricciones de exportación en tecnología avanzada, y de esta manera pensar que los intereses estadounidenses podrían haber servido mejor con un menos optimista punto de vista de la relaciones EEUU-China", reflexiona el experto.
Ahora, con el presidente Donald Trump, elegido dentro de un programa que incluía ser 'duros' con China —con respecto al mar de China Meridional, Corea del Norte y el comercio, por nombrar algunas cuestiones— existe un enfrentamiento a un desafío complejo hecho aún más difícil por la aparente creencia de sus predecesores de que Moscú era una amenaza más grande para los intereses estadounidenses que Pekín.
En definitiva, a Trump no le han dejado una tarea fácil sus antecesores, concluye Boxwell.