En Argentina y Uruguay se lo conoce como 'guita', 'teca', 'tarasca', 'morlaco', 'mango' o 'mosca'. Los hablantes de estos países tienen incluso su sistema de equivalencias: una 'gamba' son cien unidades, una 'luca' son mil y un 'palo' es un millón. Como en esos países la economía está muy dolarizada, se agrega a esas palabras el adjetivo 'verde' para dejar claro si uno se refiere a la moneda estadounidense.
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En Centroamérica, el 'pisto' y la 'lana' son otras maneras para referirse a la moneda corriente. En Puerto Rico se usa la palabra 'chavo'. En Cuba se habla de 'guaniquiqui' o incluso 'pasta', al igual que en España. En ese país europeo, los hablantes tienen 'pavos' en su bolsillo cuando cobran el sueldo.
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A fin de mes, los españoles 'no tienen ni un duro'. En esos días, en Colombia puedes escuchar que alguien te diga 'estoy pelao, man'. En cambio, en el Río de la Plata, estará 'corto de guita' o 'cortina'. En Ecuador, una persona sin recursos es 'chiro'.
Y cuando algo cuesta mucho dinero, un rioplatense te podrá decir que 'sale un huevo' en vez de 'un ojo de la cara'. Algunas generaciones podrán decir que 'cuesta un Perú' o 'un Potosí', debido a los yacimientos de minerales preciosos en esos lugares.
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"En realidad para referirse a eso no se precisaría tener sinónimos u otras palabras posibles. Pero además de una función de comunicación referencial para denominar las cosas, el lenguaje cumple una función identitaria. Cumple una función estilística. Tiene connotaciones emotivas, de transmitir otra cantidad de información que pasa por la identidad y por la parte estilística", dijo la académica.
"Es por eso que para denominar una determinada cosa o situación tenemos muchas palabras. No porque las necesitemos, porque no entendemos lo que indican o porque nos guste estar cambiando los nombres, sino porque los distintos grupos muestran también su identidad por el modo como llaman a estas cosas o situaciones", agregó.
Barrios puso como ejemplo la palabra 'guita'. Quien usa esta palabra "quiere manifestar una determinada identidad" y un "estilo más informal". "No es lo mismo decir 'estoy corto de guita' que 'disculpe, no puedo abonar porque no tengo el dinero'".
Y a pesar de que 'guita' y 'dinero' sean sinónimos referenciales, "no son sinónimos estilísticos o sociales porque no se usan de cualquier manera". "Vos no vas a un banco y le decís al cajero 'deme la guita'. Va a pensar que lo estás asaltando. Le decís 'quiero retirar dinero de mi cuenta'", puso como ejemplo.
"Cada vez que abrimos la boca estamos manifestando nuestra identidad. Nosotros somos muy conscientes de eso, sobre todo en el léxico, que es la parte más manipulable. La pronunciación, la fonética es más difícil de controlar, pero en el léxico es muy claro", indicó la sociolingüista.
Con el tiempo, "cuando una forma lingüística empieza a hacerse menos marcada estilísticamente porque ya está aceptada", empiezan a aparecer nuevas. Barrios comentó que este fenómeno es "clarísimo" en el caso de los jóvenes.
"El léxico y las formas de tratamiento que usan los jóvenes van cambiando muy rápido porque van creciendo y vienen nuevos jóvenes que necesitan otras formas para identificarse. Además, porque los adultos les van copiando las formas y entonces ya no suenan tan juveniles", comentó.