"Gran parte de los problemas de las malezas que tenemos en Uruguay están diseminados a través de las rutas (carreteras); los productores pueden hacer cosas en sus establecimientos, pero la contaminación en general te viene del Estado", dijo Guigou, productor que se encuentra en medio de la cosecha.
La preocupación de los productores sojeros obedece a que la actual cosecha que llegará a puertos de China, el principal mercado de esta oleaginosa uruguaya, será examinada a la luz del nuevo protocolo fitosanitario que los dos países firmaron en octubre de 2016 en Pekín.
El texto establece que la soja uruguaya deberá cumplir con todas las normas fitosanitarias del país comprador y que, en caso de que la carga llegada a un puerto chino contenga material biológico contaminante como el sorgo de Alepo, puede ser devuelta a costas del exportador y el productor.
"Ahí hay que coordinar más; el Estado va tener que hacer también sus deberes y tratar de ser responsable en relación a lo que hay en el área que tiene porque los caminos van por todos los campos, todas las zonas, y hay algunas medidas que impiden controlar malezas sobre los alambrados", explicó Guigou a esta agencia.
"En cuanto al protocolo y los puertos, todo lo que implique segregar mucho, separar, acondicionar, exige más capacidad de puertos, más capacidad de silos, hay que ver cómo se organiza", dijo.
"La soja que se exporte a China deberá cumplir con las leyes fitosanitarias, reglamentaciones de importación y normas nacionales relevantes de China, estar libre de insectos vivos, en particular las plagas cuarentenarias de preocupación para China, no estar mezclada ni contaminada con otros granos o materia extraña de manera deliberada y estar exento de tierra", dice el protocolo, disponible en el sitio web del Ministerio de Ganadería Agricultura y Pesca de Uruguay (MGAP).
El MGAP, precisamente, será el encargado de supervisar la calidad de la soja, pero la última palabra la tendrán las autoridades chinas en sus puertos.
Ninguno de los principales exportadores sudamericanos aceptaron firmar un protocolo como el que rige para la soja uruguaya.
"Uruguay nunca va a ser el jugador decisivo en el mundo por su volumen de cosecha, quizás asegurar una calidad es un atributo favorable en el futuro", sentenció.
Sobrecostos por combustible e infraestructura
Otro obstáculo de este país sudamericano para ser más competitivo es el mal estado de la infraestructura vial y el precio del combustible que, en virtud de que Uruguay debe importar petróleo, "es casi el más caro del mundo", según Guigou.
El rendimiento mejoró asimismo porque hay una disminución del área de siembra, en la que las tierras menos productivas se van descartando.
Uruguay sembró 1.334.000 hectáreas de soja en 2016 y se estima que la superficie cultivada en 2017 llegue a 1.300.000 hectáreas, según datos de la oficina estatal promotora de exportaciones Uruguay XXI a los que accedió esta agencia.
Mientras, la cosecha de soja de 2016 fue de 3.396.852 toneladas y se espera para este año llegar a 2.925.000 toneladas, según estimaciones oficiales.