"La polarización que vivía Brasil tiene que superarse porque hay una creciente indignación con la agenda de este Gobierno ilegítimo, una agenda brutal de retirada de derechos", explicó Bezerra.
La principal de ellas es la reforma del sistema de pensiones, que por primera vez establecerá una edad mínima para jubilarse (62 años para las mujeres y 65 para los hombres) y obliga a trabajar 40 años de forma ininterrumpida para cobrar la pensión de jubilación.
"La propuesta de reforma del sistema de pensiones y la reforma laboral van en la misma dirección: suprimir derechos fundamentales del pueblo brasileño, por eso estoy segura de que vamos a vivir una de las mayores huelgas de la historia política de Brasil", aseguró Bezerra.
La reforma de las pensiones se está tramitando con dificultades en el Congreso Nacional porque por el momento Temer no consiguió reunir los apoyos necesarios para modificar la Constitución.
La reforma pretende flexibilizar las relaciones laborales para que los empresarios tengan más facilidades para contratar y generar empleo, pero sindicatos y oposición denuncian que sólo servirá para aumentar la precariedad laboral.
Para la senadora izquierdista el rechazo a estas medidas que impulsa Temer para estimular la recuperación económica del país no es patrimonio exclusivo de la oposición y se está volviendo cada vez más transversal.
"Percibo una involucración creciente de diversos segmentos de la sociedad, no sólo los sindicalistas; trabajadores y trabajadoras, instituciones muy importantes de la sociedad civil están haciendo llamamientos para que la población se una a las manifestaciones, como la Iglesia Católica de Brasil", recordó Bezerra.
"Tiene unos índices de aprobación del cinco por ciento (…) tenemos que unirnos todos, el camino es una fuerte movilización, no sólo de los trabajadores, también de niños, jóvenes, amas de casa, ancianos; la de mañana será una manifestación de cuño democrático para dejar claro que Brasil no quiere este Gobierno", zanjó la senadora.
La huelga general de 28 de abril fue convocada por los principales sindicatos del país, como la Central Única de los Trabajadores (CUT) y movimientos sociales como Frente Brasil Popular y Poco Sem Medo; será la primera paralización a nivel nacional que vive Brasil desde el año 1996.