"¿Así que me llaman "Todo feo"? ¿A mí? Creo que no es del todo así", se quejó en su perfil de Facebook en diciembre el exdiputado Inaldo Leitão, del gobernante Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), cuando supo que en el poderoso departamento de sobornos de Odebrecht le habían puesto un mote relacionado con su desafortunado aspecto físico.
El uso de nombres en clave está entre ellos: uno de los secretos mejor guardados lo reveló el expresidente de la constructora, Marcelo Odebrecht, quien aseguró que cada vez que aparecía la palabra "Amigo" se estaban refiriendo al expresidente Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2011).
"Ponemos 35 millones de reales (más de 11 millones de dólares) en el saldo "Amigo", que es Lula", aseguró Marcelo Odebrecht a los investigadores cuando explicó cómo se manejaban internamente los sobornos.
Otros políticos no tuvieron la suerte de contar con un apodo tan amable. El diputado José Agripino Maia (Demócratas) era "Engripado", su colega José Paes Landim (Partido Laborista) era "Decrépito", y la senadora Lídice da Mata (Partido Socialista), la "Fea".
El diputado del estado amazónico de Acre (norte) Tião Viana (Partido de los Trabajadores) fue bautizado como "Niño de la selva", una relación más evidente que la del expresidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha (PMDB), que es "Cangrejo".
Uno de los más célebres es "Nerviosito", atribuido al exalcalde de Río de Janeiro, Eduardo Paes (también del PMDB).
Cuando su nombre apareció por primera vez en la lista el año pasado, Paes negó cualquier irregularidad y alardeó diciendo que prefería ser "Nerviosito" a "Calmadito".
De la enorme lista de políticos implicados —29 senadores, 42 diputados y ocho ministros, entre otros— los investigadores de la Operación Lava Jato (lavadero de autos en portugués) aún no consiguieron identificar algunos apodos.
Por ejemplo, sigue siendo un misterio quiénes se esconden detrás de "Canoso", "Bajito", "Panadero" y "Cabeza Plana", entre otros.
El caso Odebrecht, una derivación del caso Petrobras, es el mayor escándalo de corrupción en la historia de la democracia brasileña, puesto que ha revelado que durante años prácticamente todos los partidos usaban sobornos y financiación ilegal para mantenerse en el poder.