Donald Trump se ha quitado la careta. El papel que desempeñó durante la campaña electoral para acceder a la Presidencia, el de un hombre firme y con convicciones pero prudente y que escucha a sus asesores, ha durado dos meses y medio. Al menos así lo considera Maxim Makárichev, periodista especializado en información internacional, en su artículo para Rossiyskaya Gazeta.
Después del provocador ataque químico en Idlib, Washington no esperó una investigación para culpar a Damasco. Sin informar al Congreso de Estados Unidos ni a la comunidad internacional, Trump optó por 'el rol del leñador', que da golpes cuando y donde quiera sin pensar en las consecuencias, agrediendo un país que, desde hace años y consistentemente, combate el terrorismo internacional, prosigue Makárichev.
Esta no es la primera vez que EEUU muestra una manera de actuar absolutamente incompetente —"como un elefante en una cacharrería"— en la solución de problemas internacionales, afirma. Esta actuación precipitada podría dar lugar a una crisis geopolítica global. El magnate inmobiliario ha repetido los pasos de Bill Clinton y George Bush, quienes, apoyados sobre la base de informes falseados, realizaron ataques bélicos contra Yugoslavia e Irak.
Las verdaderamente crueles imágenes de las consecuencias fueron la palanca que "sacó de sus casillas" a Trump, considera Makárichev.
El presidente estadounidense, quien ha vivido unos meses extremadamente difíciles en la Casa Blanca, ha acumulado su enfado por el fracaso de dos de sus principales iniciativas: los tribunales de varios estados bloquearon su tan discutido decreto inmigratorio, mientras que los congresistas demócratas y gran parte de los republicanos bloquearon su proyecto de ley destinado a sustituir el Obamacare.
Donald Trump no está acostumbrado a perder, "necesitaba restablecer su ego y mostrarle a la comunidad internacional quién manda aquí", afirma el periodista ruso.
Mientras, los halcones estadounidenses están de enhorabuena. El senador republicano John McCain fue uno de los primeros en apoyar los golpes contra Siria, alabando al mandatario por el ataque exitoso. Incluso Hillary Clinton, que permanecía callada tras su derrota electoral, declaró que los ataques deberían ser más consistentes, destruyendo no solo los hangares y aeródromos sirios, sino a toda la fuerza aérea del país árabe.
