"La determinación del periódico es no callar y seguir cumpliendo el compromiso de un periodismo crítico", dijo Petrich, galardonada con el Premio Nacional de Periodismo, entre otros reconocimientos recibidos a lo largo de su carrera.
Los primeros indicios vinculan el crimen a la narcopolítica.
A los periodistas de La Jornada "nos toca vivir el luto en la redacción, donde hay un ambiente de tristeza y sentimiento lúgubre, aunque no es la primera amenaza ni agresión recibidas", relató Petrich en la entrevista.
"Este crimen ha reforzado, también, la determinación de mis colegas y de la directiva del periódico de cumplir el papel que hemos desempeñado en México como prensa crítica independiente durante más de 30 años; no podemos hacernos a un lado, menos ahora", resumió Petrich.
El balance de las agresiones al gremio periodístico de México varía, según la fuente.
"Son muy graves todos los asesinatos, pero ha habido dos golpes al periodismo nacional en el campo de la prensa crítica e independiente: el primero fue el asesinato de Georgina Martínez —corresponsal de la revista Proceso, asesinada en su casa en abril de 2012— y ahora el asesinato de Miroslava", dijo Petrich.
Petrich, quien también es la autora de "Los amos de México", y "Miguel Ángel Granados Chapa, maestro y periodista", afirmó que "eso lo convierte en un crimen de alto impacto".
"En los dos casos, es lógico pensar que los asesinos están ligados al crimen organizado, pero también hay un mensaje político", señaló la reportera que cubrió las gestas de movimientos sociales en México y guerras civiles en América Central y América del Sur, Europa Oriental, Irak y el Sáhara Occidental.

Chihuahua es un estado donde la sociedad civil está bien organizada en torno a los derechos de las mujeres, sensibilizado por ser escenario de feminicidios, por los derechos de los migrantes, por el derecho a la tierra, a la minería y han hecho esta lectura, resumió la periodista.
En Chihuahua abordar los temas de la agenda informativa es arriesgado: además del tráfico de drogas y migrantes, se han vuelto cotidianos el robo de gasolina, las perforaciones petroleras ilegales, el robo de pozos de agua en el desierto y las explotaciones de minería, reseñó.
Acallar una voz crítica y solidaria
"Era una profesional muy apreciada, muy querida por su gentileza y respetada por su responsabilidad y compañerismo", describe su colega.
Blanche indicó que "es difícil describir cuánto nos ha cimbrado, nos ha dolido en lo personal y nos ha devastado al colectivo del periódico”.
"Siempre la vimos como una periodista de gran calidad, era una de las mejores de nuestro gremio y es una figura irremplazable", lamentó.
"El golpeteo constante a la prensa se acentúa ahora por la impunidad de los asesinos y la absoluta indolencia e ineficacia de las autoridades federales contra el crimen", denunció Petrich.
El sentimiento de dolor y desamparo se acrecienta en los líderes sociales y ciudadanos, que veían en Breach una acompañante sensible de sus demandas.
"En muchas ocasiones ella fue la única periodista que publicaba y replicaba las demandas de las organizaciones defensoras de los derechos humanos en los medios", aseguró su colega.
Breach era originaria de una comunidad rural de la Sierra Tarahumara, y sus colegas la recuerdan como trabajadora disciplinada con una voluntad inquebrantable.
En los años de las fuertes luchas por el derecho a la tierra realizó grandes reportajes para retratarlas.
"Y cuando decenas de municipios de la sierra cayeron en manos del narcotráfico, ella publicó que en las últimas elecciones unos 20 municipios quedaron en manos de alcaldes impuestos por la organización criminal que controla la zona, autodenominada La Línea", apuntó Petrich.
Su colega recordó que "incluso los directores de Seguridad Pública de esos municipios eran agentes del narcotráfico”.
Chihuahua ha padecido una enorme cantidad de desapariciones forzadas de jóvenes obligados a incorporarse a los ejércitos ilegales con los que opera narcotráfico.
Aunque Breach fue una periodista valiente en la zona, pero "nunca temeraria ni imprudente".
"Su trabajo con las fuentes fue un ejemplo de la prudencia profesional y responsable con la que deben trabajar los periodistas en zonas de conflictos violentos", dijo la veterana corresponsal de guerra.
La decisión prudente de la dirección del periódico es "cuidar a los periodistas que trabajan en la línea de fuego, considerar la seguridad de los periodistas en una situación de riesgo", explicó.
"Pero sabemos perfectamente bien que en México no hay mecanismos ni instrumentos lo suficientemente eficaces para proteger a los periodistas cuando entran en territorios de inseguridad", puntualizó.