"Tengo absoluta convicción de que mi trabajo ayudará al Supremo en la defensa de los derechos fundamentales, en el equilibrio entre los poderes, en el combate a la corrupción y en el combate a la criminalidad, que también es una función del poder judicial", dijo en sus primeras palabras como miembro del Supremo, tras una ceremonia protocolaria en Brasilia.
Fachin era el magistrado encargado de los procesos de la Operación Lava Jato que afectan a políticos con foro privilegiado, pero Moraes no tendrá esta función, que por sorteo recayó en el magistrado Edson Fachin.
El nombramiento de Moraes para el puesto despertó cierta polémica en su día, porque fue propuesto por Temer —por ley el presidente tiene la potestad de proponer a un candidato— y ambos son amigos personales.
En la ceremonia de este miércoles estuvieron presentes altos cargos del Estado, entre ellos algunos investigados por presuntos delitos de corrupción en la Operación Lava Jato, como los presidentes de la Cámara de Diputados y del Senado, Rodrigo Maia (Demócratas) y Eunicio Oliveira (PMDB), respectivamente.
El nombramiento de Moraes no solo fue criticado por su posible influencia a la hora de juzgar a personalidades próxima al gobierno.
Su elección por parte de Temer se produjo justo de la crisis de violencia que dejó decenas de muertos en las cárceles brasileñas y durante la huelga de policías en Espírito Santo, que dejó más de un centenar de víctimas mortales.
De Moraes, en tanto que ministro de Justicia y máximo responsable de la seguridad del Estado, fue acusado por la oposición de estar más pendiente de sus ambiciones en el Supremo que de las tareas ministeriales.