Esta base se considera estratégica para el lanzamiento de cohetes espaciales, ya que está muy cerca de la línea del ecuador, lo que permite colocar satélites en órbita más rápidamente, ahorrando combustible y dinero.
Al finalizar el gobierno del ex presidente Fernando Henrique Cardoso (1995-2002), del neoliberal Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) se llegó a un acuerdo para que los estadounidenses pudieran utilizar la base.
Sin embargo, la llegada del ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva (Partido de los Trabajadores) al poder enterró el acuerdo en 2003, ya que el líder izquierdista prefirió escoger a Ucrania como socio.
Sin embargo, por el momento el ministerio de Defensa remarcó a Sputnik que no hay negociaciones y ante la pregunta de la hipotética construcción de una base 100% norteamericana en Brasil la respuesta fue más clara: "No hay nada en este sentido".
El gasto militar de Brasil está en consonancia con su rol de principal potencia de América del Sur: el Ministerio de Defensa cuenta en 2017 con un presupuesto de 94.000 millones de reales (más de 29.400 millones de dólares).
Según datos aportados a Sputnik por fuentes ministeriales este montante supone el 1,51% del PIB de Brasil y en su mayoría (73%) sirve para pagar gastos de personal y acciones sociales.
Así, el Programa de Aceleración al Crecimiento (PAC) del Ministerio de Defensa, que contempla proyectos estratégicos de las tres Fuerzas Armadas —Marina, Ejército y Aeronáutica— tuvo un incremento del 40,8% en el presupuesto, hasta llegar a los 6.843 millones de reales (más de 2.000 millones dólares).
Lejos de intervenir en conflictos armados Fuerzas Armadas brasileñas han tenido un papel destacado en la política regional con intervenciones humanitarias en Haití, por ejemplo, aunque en los últimos años y meses su papel se ha vuelto más relevante en el interior del propio Brasil.
Así, los militares tuvieron un rol destacado a la hora de controlar la ola de violencia desatada en las cárceles del norte del país a principios de este año, donde hubo decenas de presos asesinados debido a enfrentamientos entre facciones rivales del narcotráfico.
Los militares también reforzaron la seguridad en Río de Janeiro por el miedo a que la huelga se contagiase a este estado, un estado que en el mes de agosto vivió el mayor despliegue de la historia del Ejército brasileño con ocasión de los Juegos Olímpicos: 22.000 militares cuidaron se la seguridad de infraestructuras y escenarios deportivos.
Al margen de su trabajo práctico las Fuerzas Armadas tienen amplia presencia en la vida política del país a través de la llamada "bancada de la bala" —el grupo de diputados de diversos partidos que defiende los intereses de la industria armamentística, militares, policías, etc—.
Los militares también tuvieron un papel destacado, aunque involuntario, en el proceso que desembocó en la destitución de la ex presidenta Dilma Rousseff (Partido de los Trabajadores) el año pasado.
En las multitudinarias marchas contra la corrupción pequeños grupos de manifestantes pedían en algunas pancartas "Intervención militar ¡ya!", identificando el periodo de la dictadura militar (1964-1985) como una época en que Brasil predominaba el orden y la ética y se eliminó el "fantasma del comunismo".
Los altos mandos de las Fuerzas Armadas y del ministerio de Defensa se mantuvieron en todo momento cautos y no hicieron ninguna declaración al respecto, más allá de remarcar que son leales a la Constitución democrática de 1988.