El documento, que acaba de ser hecho público, se divide en cinco perspectivas regionales que engloban los cinco continentes y amplias zonas más específicas como Oriente Medio y Norte de África. El capítulo destinado a Latinoamérica es tremendamente preocupante pues constata una situación ya de por sí crítica que se ha venido agravando por el "aumento de los obstáculos y las restricciones a la justicia y a las libertades fundamentales".
Prácticamente ni un Estado se salva de la denuncia, aunque en algunos casos los problemas son mucho más serios que otros.
A Amnistía le preocupa especialmente el auge de la violencia de género en Latinoamérica, uno de los fracasos más deplorables. Según un informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), publicado en octubre de 2016, en la región son asesinadas a diario 12 mujeres y niñas por razones de sexo —un delito denominado 'feminicidio'—, y que la mayoría de esos crímenes queda impune.
Los comentarios adversos no son exclusivos de América Latina; también se extienden a otras áreas geográficas. Y con similar nivel de gravedad.
Empieza pues 2017 en un mundo "muy inestable y de mucha inquietud e incertidumbre sobre el futuro". Son las inquietantes palabras de Salil Shetty, secretario general de AI.
Y lo peor es que no pinta nada bien el porvenir. Las relaciones internacionales se están viciando casi irremediablemente a consecuencia del impulso del nacionalismo político y el proteccionismo comercial. El populismo manipula la política de identidad para captar votos entre los descontentos y desfavorecidos.
Los refugiados y desplazados han sido el primer blanco de esta tendencia tóxica, pero está claro que no serán los últimos afectados. Se están construyendo nuevos muros, y no sólo en la línea fronteriza entre México y EEUU. Va a crecer más el número de delitos por razones de sexo, raza o religión. Ya hemos visto esa intolerancia en los incidentes armados que han ocurrido en algunas ciudades de EEUU. Definitivamente corren muy malos tiempos para los derechos humanos.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK