Quienes participan en el carnaval "no son necesariamente grandes artistas, sino ciudadanos que tienen otros trabajos a lo largo del año y que encuentran en estas semanas la posibilidad de ser protagonistas de la fiesta sobre el escenario", explica a Sputnik el gestor cultural Andrés Alba, integrante de la Cátedra de Carnaval y Patrimonio del Fondo de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).
El carnaval uruguayo consta de un concurso oficial que se desarrolla en el Teatro de Verano "Ramón Collazo", un recinto al aire libre de espaldas al Río de la Plata en el que los conjuntos inscriptos en las cinco categorías (comparsas, humoristas, murgas, parodistas y revistas) actúan ante un jurado y un público de más de 5.000 personas que suelen colmar el lugar durante las presentaciones.
En paralelo, las agrupaciones recorren todos los barrios de Montevideo y su área metropolitana para presentarse en los "tablados", escenarios barriales donde se respira el verdadero espíritu del carnaval y en el que no faltan las familias con el mate (la tradicional infusión amarga a base de yerba mate) ni el "chorizo al pan", un bocadillo del embutido de cerdo entre dos panes, acompañado de tomate, lechuga y mayonesa.
Los números musicales de las murgas, los grupos de mayor convocatoria, son esperados con especial interés, ya que se caracterizan por repasar los acontecimientos sociales y políticos más importantes del año que pasó, en clave de humor, ironía y crítica.
"La gente se siente identificada con el contenido por lo que sucede a nivel político, social y cultural", dijo el músico Eduardo "Pitufo Lombardo, integrante de históricas murgas y que este año regresa a los escenarios dirigiendo a la murga Don Timoteo.
El candombe es otro de los pilares fundamentales del carnaval uruguayo.

Estos ritmos llegaron a Uruguay de la mano de los esclavos negros durante la colonización y se expandieron al punto de ser la música con la que se identifica hoy en día a este país sudamericano.
La fiesta máxima del candombe es el Desfile de Llamadas, donde decenas de comparsas desfilan por la calle Isla de Flores, que atraviesa los barrios Sur y Palermo, en los que todavía se concentra la comunidad afrodescendiente.
Cientos de comparsas "desfilan" durante todo el año en sus respectivos barrios para poder competir en las Llamadas, en la que no es extraño ver a personajes del deporte y la política, incluso secretarios de Estado, participar de la fiesta tocando el tambor.
El carnaval bárbaro
El carnaval en Montevideo tiene dos momentos históricos "bien identificados", según las investigaciones realizadas por la historiadora Milita Alfaro, el "carnaval bárbaro" y el "carnaval civilizado".
El primero nace con el propio surgimiento de la ciudad, en el Montevideo del último cuarto del siglo XIX, cuando se registran las primeras manifestaciones sociales asociadas a la cuaresma y al carnaval.
"Se caracterizaba por la fiesta callejera, la trasgresión de normas, la subversión de lo instituido; había guerras de agua, de piedras, (la gente) atacaba edificios del Estado bajo un disfraz, y eso empezó a ser reglamentado por el Gobierno de la ciudad", cuenta Alba.
Años después surgirían los primeros intentos de civilizar el carnaval, con los bailes, los corsos y los concursos barriales de las diferentes categorías que organizaban las comisiones vecinales.
El carnaval en Uruguay mueve más dinero y espectadores que cualquier otro espectáculo, superando incluso al fútbol.
En febrero de 2015, por ejemplo, la recaudación exclusiva del concurso del Teatro de Verano fue de más de 28 millones de pesos uruguayos, unos 970.000 dólares, sin contar los montos recaudados por los populares escenarios y tablados.