"Nuestra postura respecto a las disputas territoriales en el mar del Sur de China no ha cambiado ni puede cambiar (…) porque es una posición equilibrada, bien pensada y lógica; no interferimos en esas disputas y desaconsejamos a otros que lo hagan", aseveró en una entrevista a la prensa rusa.
El embajador subrayó que cualquier injerencia externa tendrá por definición "un efecto destructivo", y el jugador externo sin desearlo se adhiere a una de las partes, lo cual profundiza la disputa en vez de propiciar la búsqueda de una solución racional y beneficiosa para las partes.
"Valoramos el alto nivel de relaciones de asociación con todos los implicados en estas disputas, en este caso concreto tanto con China como con Vietnam y otros países del sudeste asiático", aseveró.
El diplomático afirmó que Rusia tiene la intención de "mantener esa línea, la de la creación de una atmósfera saludable y de buena voluntad para que sea posible hallar, aunque no sea inmediatamente, una solución, y dejar al menos la fase caliente 'entre paréntesis'".
"Lo cual, propiamente dicho, es lo que sucede durante los últimos tiempos", afirmó.
Según el diplomático ruso, o estos países resuelven sus divergencias, o las postergan a la periferia de las relaciones bilaterales de tal modo que no ejerzan una influencia negativa.
Denísov también recordó que en la región existe toda una serie de organizaciones internacionales que de un modo u otro propician el diálogo, y Rusia, como partícipe activo del trabajo de estos formatos, también ayuda a sanear la atmósfera en torno a cualquier situación conflictiva, no solo en el mar de la China Meridional.
China y otros países de la región –Japón, Vietnam y Filipinas– divergen respecto a las fronteras marítimas y zonas de responsabilidad en los mares de la China Meridional y de la China Oriental.
La Corte de Arbitraje Internacional de La Haya dictaminó el 12 de julio pasado que no existe base legal para las reclamaciones que presenta Pekín para una zona marítima que está dentro de "la línea de nueve puntos" en el mar de la China Meridional.
Además dispuso que los territorios disputados del archipiélago de Spratly (Nansha en chino) no son islas y no componen zona económica exclusiva.
China respondió que no reconoce y no acepta ese dictamen de La Haya.