El experto explica que los críticos del Kremlin condenan a Rusia por "apropiarse" de la península de Crimea, además de culpar al país eslavo por la guerra en Ucrania y los fuertes bombardeos en Siria. Sin embargo, Clark, quien visitó Crimea en 2015, asegura que los habitantes de la península no quieren volver a ser parte de Ucrania, un país al borde del colapso económico.
En ese sentido, el columnista no entiende por qué EEUU y la OTAN condenan a Rusia por su actuación en Crimea, cuando fue esta Alianza la que separó a Kosovo de Yugoslavia, con tres meses de bombardeos en la región.
En lo que respecta a la situación en el occidente de Ucrania, el autor asegura que Moscú apoya a Donbás para evitar una tragedia, mientras que Occidente hace todo por armar al verdadero agresor, Ucrania, quien ha mandado miles de tropas, entre ellas batallones neonazi, a luchar en esa región.
Por su parte, el odio contra Rusia en lo que respecta a Siria alcanza límites absurdos, asegura Clark. Explica, sin la "severa, pero inevitable" participación de Moscú, Siria hubiera terminado como Libia o Irak.
Teniendo en cuenta lo anterior, es totalmente entendible el enfado de Donald Trump con sus servicios de inteligencia, por su incompetencia —en este sentido cita el ejemplo de las imaginarias 'armas de destrucción masiva iraquíes'—, su carácter vengativo y su deseo de ganarse el favor de la Administración.
Justamente, según el autor, Trump se ha mostrado en contra de la OTAN, una "inútil reminiscencia de la Guerra Fría", que en manos de cualquier "pequeño dictador" podría generar un conflicto con Rusia.
"Al final el problema en gran parte reside en la ignorancia [de los países occidentales] de nuestra clase intelectual: pídales que encuentren la región prorrusa de Transnistria en un mapa y no sabrán dónde empezar. Dígales que un colectivo prorruso ha recibido el poder en Moldavia y ellos se desconectarán. Pero ellos sí que 'saben' que Putin es la maldad hecha persona", concluye Gregory Clark.