"El fin del TPP está ilustrando la crisis de la globalización neoliberal", sostuvo Morgenfeld, doctor en Historia por la Universidad de Buenos Aires (UBA) y autor de 'Vecinos en Conflicto y Relaciones Peligrosas: Argentina y Estados Unidos'.
Este acuerdo, que "pretendía ser un instrumento con el que el expresidente (estadounidense) Barack Obama podía cercar económicamente a China, no tiene razón de ser sin Estados Unidos", señaló el historiador.
"Era el mayor acuerdo de libre comercio firmado en toda la historia y para entrar en vigencia, debía ser ratificado por 6 de los 12 países (de la cuenca del océano Pacífico) que lo firmaron en febrero de 2016, incluyendo a Estados Unidos y Japón", explicó.
La excandidata presidencial del Partido Demócrata de EEUU en las elecciones de 2016, "Hillary Clinton, y el sector más trasnacionalizado de la burguesía estadounidense habían apostado por esa estrategia de promover acuerdos de libre comercio, y aunque luego en la campaña se desdijo, creo que es uno de los temas que le hizo perder la elección a la heredera de Obama", sostuvo el especialista argentino.
Hay que recordar, no obstante, que Estados Unidos insistió en la firma de tratados de libre comercio bilaterales desde que fracasó en su intento de imponer el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) en 2005.
"Estos acuerdos son mucho más que acuerdos de libre comercio: incluyen temas de patentes, propiedad intelectual, compras gubernamentales, garantías a la inversión extranjeras, normas laborales y medioambientales", enumeró el investigador.
Nuevo escenario
También existe incertidumbre sobre lo que puede ocurrir en el ámbito multilateral de la Organización Mundial del Comercio (OMC), si se generan "miniguerras" comerciales o China puede tomar la delantera en la promoción de acuerdos de libre comercio, agregó Morgenfeld.
"¿Tendremos algún tipo de escenario similar al de los años 30 del siglo pasado o se reajustará el comercio mundial con algunos cambios en el vínculo Estados Unidos-China, pero sin una dislocación profunda?", se preguntó el investigador.
Es evidente, en todo caso, que "hay una fractura en la clase dominante estadounidense, entre sectores más integrados a la globalización y sectores más mercadointernistas", continuó, y añadió que habrá que ver cómo se despliega esta contradicción y qué impacto tiene en la economía global.
Oportunidades para la región
Más en lo inmediato, otra situación que genera incertidumbre es lo que sucederá con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA por sus siglas en inglés) que integran EEUU, México y Canadá, y "que Trump criticó y prometió renegociar", recordó el historiador.
"México es sin duda es el país de la región que más está padeciendo la llegada de Trump, con una crisis económica, monetaria y política", señaló el experto.
Los Gobiernos de los países que conforman la Alianza del Pacífico (Chile, Colombia, México y Perú) se vieron a su vez golpeados al apostar por una mayor apertura de sus economías con la firma de tratados de libre comercio.
Las derechas regionales han quedado así descolocadas, manifestó Morgenfeld.
Es una buena oportunidad, en consecuencia, "para retomar la senda de la coordinación política y la integración regional latinoamericana sin la dirección de Washington", afirmó.
El investigador sostuvo que "la hispanofobia que cultiva Trump, sus ataques a México, sus agresivas declaraciones hacia Cuba, sus amenazas a Venezuela y a los países bolivarianos deben traducirse en una mayor cooperación latinoamericana".
"La única vía para enfrentar este mundo en crisis y tener una relación no subordinada con Estados Unidos y otras potencias extra-hemisféricas es integrando a los 33 países de América", subrayó.
Espacios como la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) permitirían desarrollar estrategias más autónomas, concluyó el historiador.