La diferencia radica en que el TPP y la TTIP aún no están en vigor ni han sido ratificados por el Congreso de EEUU, mientras el TLCAN está vigente desde 1994.
El TPP es un tratado de libre comercio aprobado en febrero por 12 países de la cuenca del Pacífico, Chile, Singapur, Nueva Zelanda, Brunei, EEUU, Canadá, México, Australia, Perú, Japón, Malasia y Vietnam, que representan el 25% de las exportaciones globales y el 37% del Producto Interno Bruto (PIB) mundial.
El objetivo de EEUU, que se sumó en 2008 a un TPP que existía desde 2006 entre cuatro países, se basa en crear un bloque regional para proyectarse en Asia-Pacífico y así frenar la influencia de China.
El acuerdo, negociado en secreto, concentraría el 40% de la economía mundial y abarcaría sectores como la educación, los servicios de Internet, el ambiente y la salud, beneficiando, por ejemplo a las grandes empresas farmacéuticas.
"El TPP es otro desastre empujado por intereses particulares que quieren violar nuestro país, solo una violación continua de nuestro país", dijo Trump en un mitin de campaña en Ohio (noreste), en junio.
La TTIP es un tratado gemelo pero entre la Unión Europea y EEUU, sobre la cual Trump no ha hecho declaraciones específicas.
Se trata del mayor acuerdo de libre comercio del mundo, ya que concentraría el 60% del PIB mundial y el 75% del comercio global, afectando también a casi todos los sectores de la economía.
Países del #TPP llaman ratificar acuerdo comercial a pesar de #Trump https://t.co/DPv0QRjf2m
— Sputnik Mundo (@SputnikMundo) 17 de noviembre de 2016
Los objetivos de la TTIP se basan en eliminar los aranceles aduaneros que restringen la competencia y en conceder a las empresas derechos a litigar contra las leyes nacionales si vieran dificultades para acceder a los mercados.
Los beneficios de la TTIP, que también se maneja con mucho secretismo desde 2013 y ha incorporado a grandes compañías en las negociaciones, incluirían ganancias de 164.000 millones de dólares para la UE y 131.000 millones de dólares para EEUU hacia 2027, según señala el Centro de Investigación de Política Económica (CEPR).
Pero sus críticos aseguran que la TTIP amenaza los derechos laborales, las regulaciones ambientales y el empleo y que apunta a la desaparición de los servicios públicos y a la sumisión de la propiedad intelectual e industrial.
El TLCAN se fundamenta en facilitar la circulación de bienes y de servicios, además de promover las condiciones de competencia leal, aumentar la inversión y proteger los derechos de propiedad intelectual.
En los 22 años que lleva en vigor, el comercio entre los tres países creció 217%; los bienes comercializados entre EEUU y México sumaban el año pasado 1.500 millones de dólares diarios y entre Estados Unidos y Canadá, 1.800 millones de dólares.
Pero el TLCAN, promocionado como vía para crear empleos en EEUU y Canadá y ayudar al desarrollo económico de México, en los hechos redujo los salarios estadounidenses y puso la economía mexicana a disposición de las empresas del vecino del norte, señalan sus críticos.
"Es un desastre (…) o lo renegociamos o lo terminamos, porque todos los acuerdos tienen un fin (…) Cada acuerdo tiene que ser justo, todo acuerdo tiene una cláusula de defraudación; estamos siendo defraudados por todos estos países", dijo Trump en una reciente entrevista en la cadena CBS.
Un estudio de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) sostiene que el TLCAN permitió incrementar exponencialmente el comercio en esta región, pero aumentó los flujos migratorios de México a EEUU a pesar del supuesto de que evitaría la salida masiva de mexicanos.
Varios analistas también indican que el TLCAN arruinó la agricultura mexicana que no pudo competir con los productores estadounidenses, y que esto forzó la migración de más de tres millones de campesinos a las ciudades de México y EEUU.