La Unión Soviética dejó de existir de hecho el 25 de diciembre de 1991, cuando su presidente, Mijaíl Gorbachov, en un mensaje al pueblo anunció que cesaba en funciones.
Este acontecimiento estuvo precedido por el acuerdo firmado el 8 de diciembre por los dirigentes de las repúblicas de Rusia, Bielorrusia y Ucrania, que declararon el cese de la existencia de la URSS y proclamaron la creación de la Comunidad de Estados Independientes (CEI), acto conocido como Tratado de Belavezha.
Basándose en los resultados de este plebiscito en verano de 1991 quedó elaborado el proyecto de tratado "De la Unión de repúblicas soberanas", cuya firma se fijó para el 20 de agosto, pero no llegó a realizarse por la intentona golpista del 19 de agosto de 1991.
Gorbachov calificó como anticonstitucional el proceder de los dirigentes de Rusia, Bielorrusia y Ucrania, pero los propios firmantes del Tratado de Belavezha rechazaron las acusaciones de haber destruido la URSS.
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Según el experto de la Fundación Gorbachov, Pável Palazhchenko (intérprete de Gorbachov de 1985 a 1991), como alternativa a la disolución de la Unión Soviética habrían podido servir la descentralización y el otorgamiento de derechos soberanos reales a las repúblicas.
"Habría sido una Unión modernizada por la que se pronunció la mayoría de los ciudadanos en el referendo del 17 de marzo de 1991 pero las circunstancias históricas no permitieron hacerlo realidad", dijo.
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— Sputnik Mundo (@SputnikMundo) 21 de diciembre de 2016
Uno de los allegados más cercanos de Boris Yeltsin, Guennadi Burbulis, secretario de Estado de la República Socialista Federativa Soviética (RSFSR), a su vez sostiene que la URSS dejó de existir antes de que se firmara el Tratado de Belavezha: en agosto de 1991, tras el putsch y la decisión de Gorbachov de dimitir de su cargo de secretario general del PCUS.
Konstantín Borovói, diputado de la Duma de Estado (Cámara Baja del Parlamento ruso) de segunda legislatura (de 1995 a 2000) y presidente del partido Opción Occidental, opina que el 19 de agosto de 1991 las fuerzas radicales emprendieron el intento de impedir la desintegración de la URSS usando la fuerza y al mismo tiempo afirma que el país soviético "se deshizo ya antes de 1991 como resultado del desarrollo histórico natural", incluida "la tendencia mundial de descolonización que comenzó en la década del 50 del siglo XX".
El senador Nikolái Rizhkov, que antes de enero de 1991 presidió el Consejo de Ministros de la URSS, considera absolutamente irreal el resurgimiento de la Unión Soviética y al mismo tiempo ve en la Unión Económica Euroasiática (UEE) una base sobre la cual podrían volver a unirse las exrepúblicas soviéticas.
A su juicio, el principal obstáculo para la transformación de la UEE en algo parecido a la Unión Soviética consiste en que "son incomparables las proporciones de Rusia y las de otras repúblicas como tampoco son sus potenciales políticos, económicos y militares, por lo que estas repúblicas siempre tendrán recelos de estar gobernadas desde Moscú".
Burbulis por su parte expresó la opinión de que el surgimiento a un nuevo nivel de una unión de países que integraban la URSS "es una necesidad vital" y dijo soñar con que así se haga.
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El portavoz del presidente ruso, Dmitri Peskov, entrevistado hace poco por la compañía de televisión Mir, declaró que no ha cambiado la percepción de la desaparición de la Unión Soviética por Vladímir Putin: "fue una catástrofe para los pueblos que vivían bajo un techo común", pero lo sucedido es irreversible.
Según la lógica de desarrollo, "surge la necesidad de una nueva integración en el espacio de la antigua Unión Soviética", subrayó Peskov.