"Quien no está con nosotros, está contra nosotros"
En el pasado, EEUU había declarado la guerra a problemas sociales como la pobreza, el hambre o las drogas. Ahora apuntaba al fenómeno del "terrorismo global" como la principal amenaza para la civilización, contra la cual debía emprenderse una guerra. "Quien no está con nosotros, está contra nosotros", parafraseaba las palabras de Jesucristo el entonces presidente.
Según muestra el Índice Global del Terrorismo, las acciones terroristas aumentaron un 80% solo entre 2013 y 2014. De los 10 países más afectados por ese mal, al menos cuatro están en la lista como consecuencia de las invasiones militares de EEUU y las coaliciones bajo su liderazgo.
Afganistán
Armados y entrenados con el dinero de las monarquías del golfo, los grupos extremistas se apoderaron de gran parte de Afganistán pocos años después de la retirada de las fuerzas soviéticas, agrupándose alrededor del movimiento Talibán —la 'oposición moderada' de entonces- y dando refugio a los dirigentes de Al Qaeda.
Tras los acontecimientos del 11S y la invasión estadounidense, apoyada por gran parte de la comunidad internacional, el pueblo afgano se vio envuelto en un sinfín de atentados que ni las fuerzas locales ni la alianza liderada por EEUU pudieron detener. La situación se agravó aún más después de que las fuerzas de la coalición abandonasen el país. Se llegaron a registrar hasta 233 atentados en el mes de mayo de 2015.
"La guerra contra el terror comenzará con Al Qaeda, pero no se limitará [a esa organización]. No se detendrá hasta que cada grupo terrorista con capacidad de acción global sea hallado, detenido y destruido", decía Bush en su discurso ante el Congreso el 20 de septiembre de 2001.
Para ganar mayor credibilidad, el entonces secretario de Estado, Colin Powell, mostró ante el Consejo de Seguridad de la ONU lo que pretendía ser una muestra de ántrax. Aquel histrionismo lo llevó en febrero de 2011 a pedir explicaciones a los oficiales tanto de la CIA como del Pentágono por "haberlo desinformado".
Sea como fuere, ya para mayo del 2003, Bush embarcaba en el portaviones Abraham Lincoln —el más rotundo símbolo de la potencia militar estadounidense— para anunciar al mundo que su "misión" no había concluido y que, tras "la batalla por Irak", la guerra contra el terrorismo seguía en marcha.
Lejos de cumplir con su "misión" anunciada, la aventura bélica terminó en la ejecución de Sadam Husein, la desintegración de facto del país árabe y la apropiación de sus recursos. La retirada de las fuerzas de la coalición convirtió al país en toda una incubadora para los extremistas, abriendo camino a la aparición del más grande y poderoso grupo terrorista jamás creado: el autodenominado Estado Islámico, conocido como Daesh.
Libia
Violando abruptamente la resolución 1973 del Consejo de Seguridad de la ONU, que establecía únicamente un régimen de exclusión aérea sobre el país árabe, la coalición liderada por EEUU no se limitó a bombardear recintos gubernamentales, sino que también alcanzó el convoy de Muamar Gadafi, tras lo que fue capturado y asesinado por los combatientes del Consejo Nacional de Transición.
"Se trata de bandidismo internacional moderno encubierto por aquellos líderes de Francia, Italia, EEUU y otros países que realizaron la intervención en Libia", opinó sobre aquel acontecimiento el presidente del Comité de Solidaridad con los pueblos de Siria y Libia, Serguéi Baburin.
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— Sputnik Mundo (@SputnikMundo) 10 апреля 2016 г.
Para los países europeos como Francia, Italia y Reino Unido, que apoyaron rotundamente e incluso formaron parte de la campaña, las consecuencias de esta intervención se convertirían en un verdadero dolor de cabeza. La falta de control gubernamental hizo de Libia el portón de entrada al Viejo Continente de todo tipo de inmigrantes, dando inicio a una crisis de refugiados en Europa. Pero lo peor estaba aún por llegar.
Aparentemente, Siria debería haber corrido el mismo destino que Libia. Poco después de las primeras protestas pacíficas, en la primavera de 2012 los yihadistas y la oposición armada iniciaron los combates por Alepo, cuando varios terroristas realizaron una serie de ataques suicidas.
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EEUU y sus aliados rápidamente respaldaron a los rebeldes armados, calificándolos de 'oposición moderada' y dulcificando sus acciones para remarcar sus diferencias con los grupos claramente extremistas, como el antiguo Frente al Nusra, entre otros. Pero, curiosamente, gran parte de las armas y municiones que EEUU destinaba a la oposición caían en manos de grupos terroristas.
No fue hasta la entrada de las Fuerzas Aéreas de Rusia cuando el Gobierno de Damasco consiguió finalmente detener la ofensiva de los extremistas e, incluso, recuperar el control de varias ciudades estratégicas como Hama, Homs y Palmira. También entonces fue cuando las autoridades lograron revertir la triste tendencia al incremento de la cantidad de atentados. Alepo aún espera su turno.
Alternativas
Todos estos casos, aunque con puntos de partida diferentes, sugieren que la estrategia basada únicamente en el poder militar, el intervencionismo unilateral, el derrocamiento de Gobiernos y el abandono acaban solo agravando más la situación.
Rusia, en su tiempo, cometió el mismo error. Durante la retirada de Chechenia tras la campaña de 1994, convirtió a esa república en un bastión extremista, que exportaba el terror a golpe de atentados en Moscú y otras ciudades del país. No fue hasta el 2000 cuando se logró expulsar a los radicales y se inició entonces toda una campaña por elevar el nivel de vida y la educación, lo que terminó restándole apoyo a los radicales.
Como bien indicaba David Brooks, el terrorismo de por sí es una estrategia de lucha del mal más débil contra el mal más poderoso. En el pasado, EEUU había declarado la guerra a problemas sociales como la pobreza o las drogas. El terrorismo no hizo peligrar entonces, ni hace peligrar ahora, la supervivencia de EEUU. Y tampoco puede debilitar su poder económico o militar.
"Es necesario extirpar el pensamiento político extremista. Y eso va a llevar su tiempo. De lo contrario, aunque nos deshagamos de Daesh, habrá otros grupos que tomarán el relevo", coincide Athil al Nujaifi, exgobernador de la región iraquí de Mosul.