Si nos guiamos por sus promesas pre-electorales, ambos candidatos no piensan quedarse fuera del juego, sino tomar un rol más activo en su solución, aunque mediante diferentes vías.
Si bien Clinton pretende establecer una zona de exclusión aérea —así como hizo con Libia durante su gestión como secretaria de Estado—, Trump procura fortalecer la lucha contra el grupo terrorista Daesh.
Además, los propios estadounidenses, sin importar el partido que apoyen, están cansados de la guerra. Cualquier fortalecimiento de la presencia militar en la región, en especial una intervención directa como el envío de tropas terrestres, no encuentra hoy día el soporte de la mayor parte de la población. Pocos ciudadanos estadounidenses están dispuestos a sacrificar sus vidas en Damasco, y es poco probable que el nuevo presidente cambie esa postura, concluye el artículo.