"No se puede desatar un nudo sin saber cómo está hecho".
(Aristóteles, 384 A.C.-322 A.C.)
En el caso norteamericano, donde en unos días se realizará la elección presidencial, el dinero facilita la tarea de manipular a la opinión pública a través de los medios de comunicación globalizados a su servicio para convertir a la mayoría de sus ciudadanos en unos zombis dispuestos a aceptar la mentira como la verdad y la fantasía como la realidad.
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En un reciente artículo el ex subsecretario del Tesoro de la administración Reagan, Paul Craig Roberts afirmó, refiriéndose a las denuncias del candidato presidencial republicano, Donald Trump, sobre las 'encuestas falsas' y sobre el 'fraude electoral' para el próximo 8 de noviembre, que "las elecciones fraudulentas son una tradición norteamericana". La historia electoral del país está llena de millones de muertos que participan en las elecciones, de otros millones que votan más de una vez o cuyos datos son inexactos o incorrectos. Y ni que decir tiene, los frecuentes robos de votos, coacciones, existencia de papeletas confusas o 'errores programados' en las máquinas electrónicas de votación.
Los hermanos James y Kenneth Collier, publicaron en 1992 el libro, 'Votescam: The Stealing of America' ('Estafa Electoral: El Robo de EEUU') donde documentaron el fraude electoral durante los últimos 25 años, especialmente desde el uso de las máquinas electrónicas de votación. Sin embargo, los historiadores nos hacen remontar a los años 1844, 1876, 1880, 1884 etc. para establecer paralelismos de las irregularidades electorales con las de ahora. En 1876, por ejemplo, el candidato Samuel J. Tiden derrotó en el voto popular al republicano Rutherford B. Hayes, pero perdió las elecciones por un voto en el colegio electoral conseguido a la fuerza en Florida.
La práctica de 'robarse' las elecciones se había repetido en todos los niveles: local, estatal, federal. Un caso notable tuvo lugar en el condado de Miami Dade en 1998, donde una investigación permitió que Joe Carollo ocupara la Alcaldía, cuando supuestamente había perdido las elecciones debido al voto ausente. En el libro, 'The Best Democracy Money Can Buy', el periodista de la BBC Greg Palast explicó los procedimientos del fraude en Florida en las elecciones presidenciales en el 2000. El estado de Florida contrató a la empresa DBT por cuatro millones de dólares para que eliminara de la lista electoral a los criminales inhabilitados para votar. La DBT presentó una lista de 94.000 personas, la mayoría afroamericanos y demócratas.
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El 'think tank' Pew Research Center, con sede en Washington, encontró también irregularidades en las elecciones en el 2012, en las cuales fue elegido Barack Obama. Resultó que cada octavo votante registrado no podía emitir su voto. En aquel entonces, más de 1,5 millones de votantes muertos 'depositaron' su voto y unos 2,75 millones de habitantes participaron dos veces en la votación. Tomando en cuenta todos estos antecedentes históricos, no son nada extrañas o exageradas las sospechas del actual candidato republicano Donald Trump de que las elecciones del próximo 8 de noviembre puedan ser fraudulentas, especialmente en Chicago, Filadelfia o Saint Louis. También Trump está sospechando que los 51 millones de ciudadanos norteamericanos no registrados (24% de los potenciales votantes) podrían ser utilizados para el robo de votos.
También la táctica de ensuciar al candidato rival no es nada nueva para los demócratas. La penúltima vez la usaron contra Mitt Romney en 2012, cuando los medios globalizados lo presentaron como un 'racista diabólico', un 'sexista brutal' que quiere que las mujeres retornen a la sumisión de los años 50, 'viejo homofóbico' etc. Entonces los actuales insultos a Trump, como 'estúpido', 'ignorante', 'racista', 'sexista' o 'delincuente sexual', 'vicioso' es parte del juego electoral incorporado por los medios de comunicación globalizados y corporativos para la promoción del candidato seleccionado por el Sistema o el establishment y la destrucción de su contrincante, que no satisface en este momento las necesidades y las aspiraciones de aquel 1% de los dueños de América.
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Basta revisar la actitud de los Rothschild hacia ambos candidatos. En mayo del 2016, Lynn Forester de Rothschild ofreció una cena de 100.000 dólares por persona para recolectar fondos para Hillary Clinton. A la vez, el hombre de confianza de la familia Rothschild, el multimillonario Wilbur Ross organizó un 'lunch' que costaba 25,000 dólares el plato para apoyar al candidato Trump. La familia Rockefeller se considera la creadora de Hillary Clinton como una lideresa política. Judicial Watch publicó un memorándum de 1993 de John David Rockefeller IV a Hillary Clinton donde expone los detalles de la Reforma de Salud que posteriormente Hillary Clinton intentó poner en práctica infructuosamente.
Tema: Normalización de las relaciones entre Cuba y EEUU
En fin, todo esto demuestra que tanto Donald Trump como Hillary Clinton trabajan para el sistema o como se dice popularmente en EEUU, para los 'bad guys'. El problema ahora consiste en seleccionar al líder más útil actualmente para el establishment norteamericano. El discurso internacional de Hillary, apodada 'The Queen of War and Chaos' está aparentemente cargado de amenazas de guerra. Ella misma se da cuenta de que Estados Unidos no está preparado para una confrontación con Rusia y China. La carta de 88 generales en retiro apoyando a Trump está demostrando que los militares prefieren el tono más moderado, aunque no menos belicoso que el de Hillary.
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El candidato republicano declaró recientemente: "Bajo mi administración pondremos fin a la débil política exterior de los últimos ocho años, reconstruiremos nuestras Fuerzas Armadas, le daremos a nuestros soldados reglas de combate claras". Y en una reunión en Phoenix, Trump aclaró, para que nadie se hiciera ilusiones de su aparente pacifismo: "Yo soy más militarista que todos los que están reunidos en la esta sala". Hillary Clinton está amenazando a Venezuela y Donald Trump ya anunció en un mitin en Miami, adoptando la postura de Benito Mussolini, que acabaría con la dictadura de Castro en Cuba y con la de Maduro en Venezuela. También prometió apoyar a "todos los pueblos oprimidos en el hemisferio", lo que sería una referencia a los ecuatorianos y bolivianos en la interpretación tanto de Hillary como de Donald.
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El fraude real consistirá en la elección del presidente que necesitaría para los próximos años la elite representada por el 1% de la población. Todo lo decidirá el dinero, como lo aseveró en un reciente artículo el escritor argentino José Pablo Feinman, que afirmó que "el dinero es esencial en la política. La política se nutre de dinero. Es el arte de sumar el dinero y convertirlo en poder".
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK