Las personas que emiten los votos no deciden nada. Las personas que cuentan los votos deciden todo
— Iósif Stalin (1878-1953)
En el caso de Trump todos los pronósticos han fallado hasta ahora, pues este populista insurgente está produciendo un tsunami en el Partido Republicano, destruyendo el núcleo del poder elitista y avanzando como una aplanadora hacia la nominación presidencial.
Dentro del Partido Republicano los otros candidatos que quedan: Ted Cruz (399 delegados) y John Kasich (199 delegados) no tienen mucho chance de parar a Trump. Después de la contienda del pasado "Super Martes", Donald alcanzó 621 delegados pero para lograr la nominación republicana se necesitan en total 1.237. El único de estos candidatos que representa a las élites republicanas es el gobernador de Ohio, John Kasich, mientras que Ted Cruz también se considera en el círculo de poder republicano como un extraño.
Según el autor del proyecto "Contrato con América" (1994), Newt Gingrich, "Trump es un intruso en el Partido Republicano, no pertenece a ellos, no es miembro de su club, además de ser incontrolable. No pasó los ritos de iniciación de "Calavera y Huesos", no pertenece a su sociedad secreta, nunca juró la fidelidad a sus élites. Trump simplemente no es parte de ellos". Es la sociedad dominada por el clan Bush y a propósito, uno de los temas que tocó Henry Kissinger durante su último encuentro con el presidente ruso Vladímir Putin, fue el de apoyar al clan en la campaña de nominación de Jeb Bush, quien finalmente fracasó en su ambición de ser candidato a la presidencia.
Donald Trump en este contexto percibió la esencia de la "posverdad" e hizo con su equipo un excelente cálculo de los afectados, desprotegidos, abandonados, empobrecidos, especialmente de la clase media, descontentos e indignados, blancos sin estudios universitarios, parte del 37.6 por ciento (94.513.000) de norteamericanos en edad laboral sin trabajo y de los hogares que ganan menos de 30.000 dólares al año. La mayoría de sus partidarios son blancos que sueñan seguir con sus privilegios.
También tienen miedo a los indocumentados, al terrorismo interno y externo. A estos, Trump les ofrece una esperanza de vida más digna.
Su retórica orientada, de acuerdo al estudioso Joseph Sohm de Counterpunch, contra el "tercer período demócrata en la presidencia de orientación corporativa-neoliberal representada por Hillary Clinton-Obama- Goldman Sachs- Citigroup-NAFTA-el Tratado Transpacífico, neoliberalismo cada vez más cínico", le ha dado apoyo de un sector muy importante de la población norteamericana. Trump no es intelectual, es un especialista en bienes raíces, hombre de negocio y un personaje de televisión. Pero su capacidad de atraer a la gente es mucho más grande y más honesta que la de los supuestos intelectuales. Los medios de comunicación lo percibieron también, por eso no es de extrañar el reciente estudio de la revista "The Economist" que revela que entre el comienzo de enero de 2015 y 26 de febrero pasado, Trump apareció en la TV ABC, NBC y CBS durante 400 minutos en los programas más vistos de la noche, mientras Ted Cruz y Marco Rubio ambos compartieron menos de 100 minutos. Los candidatos demócratas Hillary Clinton y Bernie Sanders lograron aparecer en la pantalla algo de 100 minutos cada uno.
A diferencia de los otros candidatos, Trump pudo crear su propia agenda de prensa, apelando a los valores de la línea principal de los medios de comunicación norteamericanos, es decir, supo lo que atrae al televidente, aburrido de la retórica sin fondo, gestos y contenidos concretos que diariamente muestran los políticos de Washington que comparten con el uno por ciento más del 90 por ciento de la riqueza del país.
Hasta ahora estas élites nunca han cedido el poder a ningún intruso. Barry Goldwatter perdió frente a Lyndon Johnson en 1964 debido a la campaña difamatoria organizada por el clan Rockefeller y Mitt Romney. Lo presentaron como un belicista, apoyado por el Ku-Klus-Klan, favorable a la guerra atómica. En la vida real, Goldwatter era un partidario del liberalismo clásico en cuyas ideas se inspiró el gobierno de Ronald Reagan, igual como en su anticomunismo.
En octubre 2000, el presidente de la Casa de Representantes de Flórida, Tom Finey contrató un programador de la NASA, Clint Curtis "para hacer fraude sustancial en el conteo de los votos" y así hacer ganar a George W. Bush frente a Al Gore. Y así sucedió, Bush ganó escandalosamente. Entonces la Corte Suprema de Florida ordenó el recuento de votos durante 36 días. Sin embargo, la Corte Suprema Federal que jamás había participado en estos asuntos ordenó parar el recuento pues a las élites le convenía más George W. Bush que Al Gore para su "guerra permanente". (Para los interesados en el tema, hay un documental serio en YouTube de 7 partes, "Murder Spies and Voting Lies").
Para Rinear, si Trump sigue avanzando fuertemente, el núcleo del poder real va a presionarlo para que se retire, o llegue a algún compromiso o simplemente lo reemplazarán durante la Convención Republicana por un político como Mitt Romney. Donald Trump sabe todo esto perfectamente y ya declaró ayer en una entrevista a la CNN que "podría haber disturbios. Puedo imaginar, muchos, muchos millones de personas" en caso de no ser nominado por el Partido Republicano.
Mientras tanto, la guerra mediática contra Trump recibió el apoyo de las élites europeas que lo señalaron como "un Berlusconi con armas nucleares" y hasta los liberales rusos prefieren a Hillary Clinton, perdonando su rusofobia, en vez de tratar de entender a Donald Trump que quiere entablar un diálogo con Vladímir Putin y a quien elogió por su participación en la solución de la guerra en Siria.
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Alguna vez el presidente norteamericano Theodore Roosevelt (1901-1909) comentó sobre la existencia de un gobierno invisible, remarcando que "la primera tarea del arte de gobernar es destruir este gobierno invisible, contaminar esta alianza terrible entre los negocios corruptos y los políticos corruptos". Hasta ahora nadie ha logrado hacerlo a excepción de ciertos certeros intentos en los países socialistas. El capitalismo, y en especial en su cínicamente sofisticada forma neoliberal, se nutre de la corrupción a escala global y no puede avanzar sus intereses sin la existencia de un gobierno invisible que a medida que pasa el tiempo se hace cada vez más globalizado.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK
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