"Crispado y nervioso, el oponente estadounidense está protestando por haber sido puesto patas arriba. Primero, mediante una campaña de los medios que representan las operaciones militares rusas como algo criminal. Segundo, los estadounidenses están reclamando frenéticamente que el 'indignante' apoyo ruso a las fuerzas del Gobierno sirio está echando por tierra los esfuerzos de paz", explica Cunningham.
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Sin embargo, las amenazas no funcionan. Rusia sigue apoyando la ofensiva militar de las Fuerzas Armadas sirias para derrotar a los grupos terroristas, respaldados por Occidente, en su último bastión de Alepo. Si los mercenarios antigubernamentales son vencidos en esta ciudad del norte de Siria, la guerra de seis años, promovida desde fuera, por el cambio de régimen en Siria, estará casi terminada.
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El autor señala que en la jerga diplomática, el secretario de Estado, John Kerry, y su homólogo ruso, Serguéi Lavrov, se han referido el uno al otro como "socios".
"Pero el apoyo a unos bandos opuestos en la guerra y los objetivos diametrales hacen clara la relación real entre Washington y Moscú: son adversarios", enfatiza Cunningham.
El analista considera que el plan de alto el fuego, elaborado por Kerry y Lavrov, nunca ha sido viable, añadiendo que tanto los rusos como sus aliados sirios pueden ser elogiados por darle una oportunidad a la paz al iniciar un permanente cese de la violencia, declarado el 12 de septiembre.
"Además, las elogiadas exhortaciones estadounidenses de separar a los denominados 'rebeldes moderados' de los grupos terroristas proscritos, han resultado ser una falacia. Los estadounidenses, sus aliados de la OTAN y clientes regionales, desde el principio, han estado apoyando a una gran cantidad de insurgentes armados ilegales, es decir, terroristas. No hay ninguna separación".
Cunningham opina que el ataque estadounidense contra el Ejército sirio del 17 de septiembre demuestra que EEUU "nunca ha ido en serio a la hora de llamar al cese del fuego".
"Siempre se trataba de darles un descanso tan necesario a los terroristas subsidiarios, apoyados desde el extranjero, y atacados por Rusia y las fuerzas sirias durante el último año".
El analista señala que los posteriores pasos de Rusia han sido "aún más profundos". La semana pasada, después de que medios occidentales bombardearan el espacio mediático con la propaganda sobre el sufrimiento humano en Alepo, Moscú emitió un comunicado advirtiendo de que si la coalición militar liderada por EEUU, la cual está operando ilegalmente en Siria, volvía a atacar las fuerzas del Gobierno sirio, eso implicaría un "cambio tectónico" para la región.
#Kerry, sobre #Siria: los rusos "han sido más listos" https://t.co/IQx0FDr1EM pic.twitter.com/jjhbzUs84y
— Sputnik Mundo (@SputnikMundo) October 1, 2016
"La declaración de Moscú ha sido una advertencia inequívoca de que cualquier acción militar liderada por EEUU en Siria significaría una guerra total", afirma Cunningham.
Rusia "ha trazado esta línea en la arena" con la instalación de los sistemas de defensa antiaérea S-300 en Siria.
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"Washington quiere que Rusia capitule ante su hegemonía global y regrese a su estado vasallo como bajo el débil liderazgo post-soviético de Boris Yeltsin. Cuando Putin asumió el poder hace 16 años, Rusia dejó de ser un limpiabotas de América. El país recuperó su independencia y orgullo nacional, así como, sobre todo, su valor militar".
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El analista opina que esta independencia sirvió de motivo para la política "hostil" de Occidente hacia Rusia.
"Precisamente debido a esta independencia, Washington y sus lacayos europeos han elegido una estrategia geopolítica dirigida a socavar Rusia en todas las formas imaginables: a través de la intimidación de la OTAN, la demonización política, los medios de comunicación y las sanciones económicas".
Sin embargo, "las apuestas son mucho más altas que solo el conflicto en Siria", opina el autor.
Cunningham explica que Rusia quiere enviar el mensaje de que si EEUU desea reanudar el acuerdo de plutonio, debe cumplir varias condiciones: retirar las fuerzas de la OTAN de las fronteras de Rusia, poner fin al acoso político, levantar las sanciones económicas y compensar a Rusia por todas las pérdidas financieras.
"El tema es que Rusia sabe que ha ganado superioridad sobre su adversario estadounidense. El oso ruso ha tolerado pacientemente provocaciones incesantes de los estadounidenses durante años".
Cunningham señala que el año pasado demostró que Rusia tiene capacidad militar para enfrentarse a cualquier amenaza estadounidense, incluida la amenaza de una guerra nuclear, "utilizada en repetidas ocasiones por los jefes del Pentágono".
"Washington sabe que Rusia lo ha derribado con una técnica de judo geopolítico. Lo peor que puede hacer un adversario es subestimar a un oponente. Y los presumidos e ignorantes estadounidenses, sin duda, lo han hecho respecto a Rusia", concluye el autor.