"Hasta ahora muy pocos proyectos energéticos han conseguido provocar tanto revuelo como el proyecto Nord Stream 2 de la empresa rusa Gazprom", escribe.
En el marco de la iniciativa Nord Stream 2 se prevé construir un gasoducto en el fondo del mar Báltico a través del cual Rusia podrá suministrar gas directamente a Alemania.
Sin embargo, con este proyecto, Gazprom no persigue solo objetivos comerciales, sino también geopolíticos, ya que busca privar a Ucrania —para el año 2019— de su rol de país de tránsito.
Teniendo en cuenta los incidentes de 2006 y 2009, cuando a raíz del empeoramiento de las relaciones con Kiev el gigante ruso tuvo que interrumpir sus suministros de gas a Ucrania y como consecuencia a Europa, es comprensible que la empresa quiera construir su nuevo gasoducto lo más pronto posible.
A este respecto, el Comisario europeo de Energía, Maros Sefcovic, considera que el Nord Stream 2 representa un castigo para Ucrania por la revolución del Euromaidán, que se produjo en Kiev en febrero de 2014.
No obstante, varios países, cuyos intereses se ven afectados por la implementación del Nord Stream 2, tratan de obstaculizar el desarrollo del proyecto.
Hace un mes la oficina antimonopolio de Polonia hizo presión después de que se supiera que varias empresas occidentales estaban interesadas en el proyecto y pidió que retiraran sus ofertas de colaboración.
A pesar de este obstáculo, Gazprom no ha pensado en ningún momento en cancelar el proyecto, según el artículo de Financial Times, y proseguirá con su implementación en solitario mientras sus socios europeos buscan y encuentran el modo de hacer su aporte a la construcción de esta importante infraestructura energética.