Si hasta 2005 prácticamente no se habían producido suministros chinos en la región, a partir de entonces, China cambió de rumbo estratégico y apuntó tanto a los países del ALBA —Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América—, como a los que pertenecen a la esfera de influencia de EEUU.
La mejora de la calidad de las armas chinas, en combinación con un precio más asequible, condujo a una serie de transacciones a gran escala con Venezuela, que entre 2011 y 2015 compró armas por un valor de 373 millones de dólares. Es más, el acuerdo de 500 millones de dólares para la compra de vehículos blindados y sistemas de artillería autopropulsados al país bolivariano indica que sigue aumentando el nivel de colaboración entre las dos naciones.
Otro país del ALBA, Bolivia, firmó un acuerdo de compra de aviones Karakorum en 2009 y helicópteros Panther en 2012, de 58 y 108 millones de dólares respectivamente.
Entre los 'amigos' latinoamericanos de China destaca Perú, por ser el socio estratégico de EEUU en la región y, a partir del año en curso, un Estado firmante del polémico Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TTP).
En 2009, el país inca adquirió del país asiático 15 sistemas de defensa aérea portátil de clase tierra-aire FN-6 por 1,1 millones de dólares, y, en 2013, 27 sistemas de lanzacohetes múltiples por 39 millones de dólares.
Aparte de ofrecer precios competitivos, la ventaja que presenta China frente al principal proveedor de armas en la región, EEUU, es la ausencia de cuotas de exportaciones, que en el caso del país norteamericano, implican barreras administrativas e incluso requieren de la aprobación del Congreso.
Además, la oferta china incluye créditos y un paquete de asistencia económica. En sus operaciones, Pekín maneja hábilmente los contactos personales con los líderes de los estados de la región.
En 2014, la entonces presidenta de Argentina, Cristina Fernández, rubricó el acuerdo de cooperación estratégica con China, comprometiéndose a adquirir equipo bélico por un total de 1.000 millones de dólares. El encargo incluía 110 vehículos blindados, cinco buques de patrulla de clase Malvinas y 14 cazas JF-17. Sin embargo, el Gobierno de Mauricio Macri parece no tener mucha prisa en ejecutar el ambicioso proyecto.
Estos ejemplos muestran que la expansión de China en la zona tiene objetivos a largo plazo, mientras que el interés económico inmediato no es lo principal. Las exportaciones de armamento a América Latina no superaron el 6% de sus transacciones internacionales entre 2011 y 2015.
Lo que está en juego es, primero, el estatus de 'suministrador principal' en la región, y, segundo, algo tan sutil como el factor del poder blando, que le sirve a Pekín para ampliar su área de influencia económica en el mundo.
La colaboración con el África Subsahariana en materia de armamento es un caso ilustrativo del poder blando que aplica China en el ámbito geopolítico. La proporción del mercado en esta área es de tan solo el 8%, pero la industria militar china apunta también a sectores concretos. Por ejemplo, el 80% de la flota de aeronaves de formación de las Fuerzas Aéreas africanas está equipada con aviones chinos.
De esta manera, Pekín cumplió con su propósito de diversificar sus importes de energía desde los países ricos en recursos naturales al África Subsahariana.
Es de suponer que los vínculos económicos de China con Latinoamérica acaben concretándose, con el tiempo, en importantes acuerdos bilaterales con los países petrolíferos de la región.